Fundada en Luton, Inglaterra, en 1959, por el ingeniero y piloto de carreras Jem Marsh y por el aerodinámico Frank Costin –sí, tiene relación con Mike Costin, cofundador de Cosworth; eran hermanos–, Marcos comenzó fabricando coches de competición para eventos del 750 Motor Club británico. El nombre de la compañía surgió de la fusión de los apellidos –MARsh y COStin– y su primer modelo fue el Marcos Xylon, un coche que resultó ser bastante exitoso con pilotos de la talla de Jackie Stewart.
Aquello fue un comienzo, pues Marcos continuó con su trabajo hasta llegar a competir en las 24 horas de Le Mans con buenos resultados, lo que provocó que la imagen de la compañía mejorara enormemente y la demanda de coches se multiplicara, sobre todo de vehículos para vías públicas. Sin embargo, se sumaron varias cosas que terminaron con la firma en bancarrota. Por un lado, trasladaron la compañía a una nueva ubicación que necesitó de una fuerte inversión, al tiempo que se encontraron con problemas con la exportación de sus coches a los Estados Unidos, un mercado especialmente potente, lo que conllevó una falta de ingresos y, por tanto, de fondos, que les obligó a cerrar en 1971.
Tras el cierre, la empresa ha vuelto a recuperar la actividad en varias ocasiones, una de ellas cuando se lanzó al mercado el Marcos Mantis, uno de los coches más famosos de la marca, o bien, el Marcos Mantula, un modelo que apareció en 1983 después de que Marsh recuperara la marca. Es más, el Mantula ha sido uno de los modelos más vendidos del catálogo de Marcos y según los expertos, el deportivo más deseable para vías públicas del fabricante británico.
El Marcos Mantula representaba la segunda generación de modelos GT de la compañía, cuyo lanzamiento se había iniciado en 1981, al tiempo que se reducía la presencia de la marca en competición paulatinamente. Los coches de calle pasaron a cobra mayor importancia para Marcos y como ocurre muchas veces, lo que empezó como una empresa que fabricaba máquinas de carreras, pasó a ser una empresa que fabricaba máquinas para vías públicas. Coches, no obstante, con una enorme carga pasional y fabricados con técnicas que se empleaban en competición.
Por ejemplo, el chasis del Marcos Mantula era una estructura de acero, vestida con una carrocería fabricada con fibra de vidrio. Tenía un diseño especialmente personal, que caracterizó a todos los modelos de Marcos, gracias a un largo capó, una silueta muy baja y estirada, así como formas curvas y suaves, en busca de una buena eficiencia aerodinámica. Bajo ese largo capó había un motor V8 de origen Rover, con el que se lograba mantener el peso por debajo de los 1.000 kilos –peso en vacío de 900 kilos–.
Ese motor era, ya por entonces, un viejo conocido. Se trataba del bloque V8 de 3,5 litros que dio vida a infinidad de modelos, desde vehículos para correr el Dakar hasta coches de competición de TVR. En el caso del Marcos Mantula, rendía 190 CV y casi 300 Nm de par, suficiente para lanzar los pocos kilos del conjunto hasta los 100 km/h desde parado en 5,5 segundos, así como para alcanzar los 220 km/h.
Como deportivo británico, el Mantula estuvo disponible como kit, para quien quisiera montarse el coche en garaje de casa –una tradición tremendamente pasional, solo vista en Reino Unido– o bien, como coche totalmente montado de fábrica. Además, para mediados de los 80, se comenzó a ofrecer el motor V8 de 3,9 litros con inyección, en paralelo con una nueva suspensión trasera basada en elementos procedentes del Ford Granada.
La unidad que aparece en las fotos es un ejemplar de fabricado durante el segundo año de producción: 1985. Equipa el motor V8 Rover de 3,5 litros y fue propiedad de un ingeniero aeroespacial, que realizó diferentes modificaciones al coche para hacerlo más rápido, más eficaz y más fiable. Se vendió a través de Car & Classic por 16.500 libras.