Maserati, por si alguien no se ha dado cuenta, vive una tercera juventud. Y si, no estamos locos, estamos ante un nuevo resurgimiento del tridente italiano, pues allá por finales de los años 90, de la mano de Ferrari, Maserati tuvo su segunda juventud con el lanzamiento de algunos modelos como el Quattroporte y el Maserati 3200 GT. A día hoy, en lugar de Ferrari, Maserati se encuentra bajo el amparo del Grupo Stellantis, donde conviven varios sellos automovilísticos de diferente índole y categoría, aunque con un futuro algo más complejo por el tema de la electrificación.
El Maserati 3200 GT es un espejo en el que mirarse, sin duda. Apareció en 1998 y era el primer Maserati que nacía bajo el control de Ferrari y eso se notaba, sobre todo, en las prestaciones y en la tecnología que se empleó. No fue un coche perfecto, tenía las típicas pegas de los coches hechos a mano, pero era pilar sobre el que se levantaría el porvenir de Maserati incluso en los circuitos. Y no solo por parte de la propia marca, sino también de terceros, pues Italdesign se asoció con Sparco para crear un espectacular prototipo, el Maserati 320 S, del que se llegó a anunciar hasta una copa monomarca. Finalmente nunca se llegó a desarrollar dicha competición, de hecho, hubo muchas cosas que quedaron por el camino e impidió, sin lugar a dudas, que Maserati evolucionara todavía más, pero obviando este hecho, el 320 S Concept era una clara muestra de las ganas que se tenía con el tridente italiano.
Con el Maserati 320 S, además, la firma italiana buscaba adelantar su regreso al mercado norteamericano, donde llegaría el Maserati 3200 Spider como primer modelo de la nueva era de la marca, seguido algo después por el 3200 GT. Y para ese adelanto, Giugiaro, con la colaboración de Sparco, dio forma a una versión bastante radical del nuevo modelo italiano, pues era un modelo monoplaza y sin techo. Pero no hablamos de un descapotable, básicamente, convirtieron al 3200 GT en una barquetta con un solo asiento, arco antivuelco trasero y una serie de modificaciones pensadas para su uso en pista.
La carrocería se modificó más allá de quitarle el techo y tapar el asiento del copiloto, pues hubo que reforzar la estructura, pero también se realizaron cambio estéticos en el frontal al montar un nuevo paragolpes, se montaron nuevas taloneras con una entrada de aire al final –delante de las ruedas traseras– y se montó un paragolpes trasero aerodinámico, con difusor y terminales de escape que asoman a cada lado. Era, inequívocamente, un Maserati 3200 GT, con sus característicos pilotos con forma de bumerán, pero su orientación racing no pasaba desapercibida, más aún con los neumáticos slick. Lo que no se nota a simple vista, es la batalla más corta, concretamente, 220 milímetros menos que en el caso del coupé, una característica técnica que acabaría en producción con el Spider.
El motor era el mismo V8 de 3,2 litros biturbo, con 370 CV a 6.250 revoluciones, al tiempo que la transmisión era igual a la usada en producción, es decir, manual con seis relaciones. Sin embargo, los frenos eran diferentes, más grandes, con 355 milímetros delante y 310 milímetros detrás para los rotores. La suspensión también se cambió, con muelles más rígidos y amortiguadores regulables.
Sparco, aunque a simple vista no lo parezca, está presente en todo el vehículo. El arco antivuelco es desarrollo de Spacer, al igual que las barras de protección diagonales en la zona de la puerta y en el área del volante. El habitáculo también es cosa de Sparco, con asiento bucket de competición con arneses, volante, pedales, instrumentación…
Cuando se presentó, se llegó a decir que sería el protagonista de una copa monomarca, al estilo de la Ferrari Challenger o de la Porsche 911 Cup, pero finalmente nunca llegó a pasar de la fase de prototipo y obviamente, nunca hubo una copa monomarca.
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