Maserati, al igual que otros fabricantes, comenzó su actividad centrada únicamente en competición. Los hermanos Maserati, Bindo, Ernesto, Ettore y Alfieri, primero comenzaron preparando motores para competición en 1914 y posteriormente, con sus propias creaciones. Sus primeros años no fueron muy fructíferos, entre 1926 y 1957, la producción solo alcanzó las 300 unidades, algo lógico por otra parte, pues la producción era básicamente artesanal y los vehículos de competición de entonces no evolucionaban tan rápido como los actuales.
Durante aquellos años, Maserati pasó de estar bajo el control de los cuatro hermanos, a ser dirigida por la familia Orsi, quienes adquieren la empresa en 1937 y además de mantener el nombre de Maserati, que se había fraguado algo de nombre en los circuitos, también mantienen a tres de los hermanos como asesores (Alfieri falleció en 1932). Sin embargo, poco después estalla la Segunda Guerra Mundial y todo se fue un poco al traste, aunque no hay mal que por bien no venga, pues tras la guerra, Maserati tendrá una de sus mejores épocas.
Con Juan Manuel Fangio al volante, Maserati se hace un nombre entre 1954 y 1957, logrando que la marca sea más famosa, pero, sin embargo, los beneficios no llegaban. Así pues, cómo hizo otra marca rival, Ferrari, decidieron pasarse a los coches de producción. Hasta ese momento, Maserati fue un fabricante que se dedicaba única y exclusivamente a la competición y algún Gran Turismo en serie limitada como el Maserati A6G 2000 de 1951. Además, también competirían con el Ferrari 250 GT, que tanto éxito estaba teniendo.
El motor del Maserati 350S adaptado
Las pocas incursiones que habían llevado a cabo en el segmento de los Gran Turismo, con tiradas muy limitadas que apenas llegaban a una docena de unidades anuales, habían demostrado que la idea de un modelo de producción “en masa” podría ser viable. Sin embargo, no podían seguir el mismo camino que con los modelos anteriores, coches de producción muy artesanal y, por tanto, lenta y muy cara. Se necesitaba un enfoque diferente.
Por entonces, Maserati estaba inmersa en la participación en la Fórmula 1, pero se permitió a Alfieri centrar algo de su atención en el desarrollo del modelo de producción. Primero se recurrió al motor del 350S para adaptarlo a un automóvil de turismo, modificando algunas cosas que darían una mayor fiabilidad y un mayor refinamiento. Se eliminó la lubricación por cárter seco, al igual que se equiparon algunos accesorios nuevos. Bloque, culatas (con cámaras de combustión hemisféricas) y cárter se fabricaron con aleación ligera. También se aumentó la cilindrada hasta los 3.485 centímetros cúbicos, gracias a un diámetro de 86 milímetros y una larga carrera de 100 milímetros.
El Maserati 3500 GT podía presumir no solo de ligereza, sino también de una elevada rigidez y de una calidad al nivel de su fama
Los cambios efectuados, como se ha mencionado, se llevaron a cabo para aumentar la fiabilidad y finura de funcionamiento, pero también la funcionalidad y la usabilidad del motor en la calle. En competición, los motores siempre trabajan a un alto régimen, así que no importa que haya muy poco par a bajas vueltas, pero en la calle, el caso es el contrario, los motores siempre trabajan a muy bajo régimen y el par a pocas revoluciones es fundamental. Eso llevó a reducir la compresión de 9,8 a 8,2:1 y a instalar tres carburadores menos radicales que los de competición. Se instaló dos distribuidores Marelli y bujías gemelas para cada cilindro.
Se anunció una potencia de 220 CV a 5.500 revoluciones y algo más de 300 Nm de par a 4.500 revoluciones. Eran muy buenas cifras, permitiendo mover los 1.420 kilos del conjunto con cierta soltura. Por ejemplo, el 0 a 100 km/h lo hacía en 7,5 segundos y su velocidad máxima era de alrededor de 225 km/h. A finales de la década de los 50, eran datos de un Gran Turismo muy veloz.
Touring empleó su famosa técnica Superleggera
Ese poco peso, además de los materiales usados para la fabricación del coche, también se debía a la participación del carrocero Touring, que puso a disposición de Maserati su tradicional técnica Superleggera. Gracias al diseño de la carrocería, el Maserati “de calle”, que acabaría llamándose Maserati 3500 GT, podía presumir no solo de ligereza, sino también de una elevada rigidez y de una calidad al nivel de su fama.
Se desarrolló un chasis de tubos de acero soldados, con una distancia entre ejes de 2.600 milímetros. La suspensión delantera era de tipo independiente con dobles triángulos superpuestos con muelles helicoidales mientras que en el eje trasero se recurría a un eje rígido con ballestas semielípticas y brazo de torsión longitudinal. Los frenos eran de tambor suministrados por Girling (equipados con aletas de refrigeración) y “escondidos” tras unas más que tradicionales llantas Borrani.
La carrocería de Tourgin, por su parte, comprendía un marco estructural de tubos de acero de pequeño diámetro, que se ajustaban a las formas de la carrocería. Encima de este chasis, se colocaban los diferentes paneles de aluminio que conforman su exterior. El resultado, además de ligero, fue catalogado como uno de los diseños más bonitos de su época.
A lo largo de los años de producción recibió algunos cambios. Por ejemplo, los frenos delanteros pasaron a ser de disco de serie (antes eran opcionales) y se añade como opción el diferencial de deslizamiento limitado. En 1960 aparece el Maserati 3500 GTI, equipado con inyección en lugar de carburadores. De estos últimos, los alimentados por carburador, de fabricaron poco más de 900 unidades, de un total de 1.600 unidades en varias configuraciones.
La puesta de largo del Maserati 3500 GT también significó que la marca fue dejando, paulatinamente, la competición. Pasó de ser su principal actividad, a ser algo secundario y nunca más volvió a competir con la misma intensidad que antes.
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