Maserati nació por y para la competición y aunque permaneció mucho tiempo fuera de ella, siguen siendo muchos los aficionados italianos y de todo el mundo que recuerdan la épica y la tradición de las carreras y campeonatos disputados por la marca del tridente en los primeros años de su historia, puesto que ese gen competitivo que Maserati lleva en su ADN aún se mantiene en el comportamiento, el diseño y el estilo de sus coches.
De entre aquellos grandes éxitos logrados en el mundo del automovilismo deportivo, sin duda son las dos victorias consecutivas alcanzadas el 30 de mayo de 1939 y el 30 de mayo de 1940 en las 500 millas de Indianápolis, con Wilbur Shaw al volante, las que más ayudaron a incrementar el conocimiento de la marca tanto entre el público norteamericano como a escala internacional.
El modelo que alcanzó tal gesta fue el Maserati 8CTF, vehículo en el cual la mano de Ernesto Maserati , uno de los hermanos de Alfieri Maserati —fundador de la marca en 1914 y fallecido prematuramente apenas unos años antes, en 1932 a los 44 años de edad por unas complicaciones hepáticas que le quedaron a consecuencia de un accidente de tráfico en 1928— fue quien se encargó del diseño y del desarrollo del deportivo italiano por encargo directo de Adolfo Orsi, director de Maserati tras comprar su familia la marca para salvarla de la quiebra. Los Orsi se decantaron por orientar la marca hacia el segmento del lujo y la alta competición; por eso, tras comprar la empresa en 1937, le pidió a Ernesto que desarrollara un vehículo campeón con el que poder situar en primera línea a Maserati y atraer a grandes clientes a la firma. Entre otros, los éxitos en las 500 millas de Indianápolis y en la Fórmula 1 durante las décadas de los años 30, 40 y 50 marcaron la edad de oro de la marca del tridente en la alta competición
El 8CTF se caracterizaba por su motor de 8 cilindros en línea con cilindros fundidos en un monobloque por la cabeza, de ahí su nombre “8CTF», que significa 8 cilindros «testa fissa» (cabeza fija). Este modelo fue el que abrió las puertas a Maserati en el mundo de la competición frente a sus rivales europeos.
La unidad que ganó las 500 millas de Indianápolis en 1939 y 1940 había sido alineada en la carrera amerciana por el equipo de la sede de Maserati en Chicago, Boyle Racing, propiedad de Michael Joseph («Mike») Boyle, razón por la cual había sido inscrito en carrera como un modelo «Boyle Special», leyenda que portaba sobre su carrocería como señal identificativa.
Tras aquellas dos primeras victorias, en 1941 parecía que nuevamente Shaw estaba destinado a la victoria final en las 500 Millas de ese año. El piloto americano, el primero en conseguir en la carrera de Indianápolis un triunfo para un fabricante no americano, parecía que iba camino de lograr un histórico hat-trick, pero ya cerca del final un pinchazo le impidió ganar la carrera por tercera vez consecutiva.
Posteriormente, ya después de la II Guerra Mundial, las 500 millas de Indianápolis volvieron a celebrarse de nuevo. Así, en 1946, aquella misma unidad con la que Shaw logró su doblete y a punto estuvo de conseguir el triplete volvió a competir. En esta ocasión, al volante del 8CTF ya no estaba Shaw, sino que quien ocupaba el puesto de conducción era Ted Horne, quien logró un meritorio tercer puesto. Horne también se subiría de nuevo al cajón en la misma posición en 1947, resultados que confirman el excelente rendimiento que el 8 CTF tenía sobre las pistas de competición. El coche se mantuvo compitiendo durante toda la década de los años 40 del pasado siglo, logrando siempre buenos resultados; ello demuestra el excelente trabajo llevado a cabo por Ernesto Maserati para honrar la memoria de su hermano.
Las impresionantes actuaciones de Maserati en el óvalo de Indianápolis sentaron las bases para el nacimiento de un mito italiano en los Estados Unidos. Su prestigio era tan grande que en 2014 la HVA (Asociación de Vehículos Históricos) de los Estados Unidos registró el 8CTF como el primer automóvil de producción no estadounidense en obtener un lugar permanente en los anales de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Grabada bajo los «Estándares para la Documentación del Patrimonio» del Secretario del Interior, la documentación se ha colocado en el NHVR (Registro Histórico Nacional de Vehículos) y HAER (Registro Histórico de Ingeniería Estadounidense). Además, uno de los tres autos construidos, el que Wilbur Shaw llevó a la victoria en las carreras de Indianápolis 500 en 1939 y 1940, se ha reconfigurado con la pintura original y se exhibe en el Museo de Indianápolis Speedway.
Sin embargo, los éxitos de carrera del 8CTF no se limitaron a los eventos en los óvalos estadounidenses tradicionales, ya que este modelo Maserati también fue victorioso en otra carrera famosa, la subida a la colina Pikes Peak en Colorado, donde Luis Unser fue el ganador en 1946 y 1947. «La carrera hacia las nubes» (como también se la conoce) se corrió en un trazado cuesta arriba de unos 20 km, principalmente en carreteras sin pavimentar y con 156 curvas que representaron una prueba severa tanto para el conductor como para el automóvil. La línea de partida estaba a 1.440 metros sobre el nivel del mar y el final a 4.300 metros. Estos resultados fueron excepcionales para un automóvil extraordinario que demostró ser altamente competitivo en disciplinas totalmente diferentes.
GUILLERMO LOPEZ