En ocasiones, evolucionar puede suponer entrar en conflicto tanto con los clientes “de toda la vida”, como con los seguidores o incluso con los propios inversores. Sin embargo, por lo general, es mejor enfrentarse a esos conflictos que quedarse estancando y no avanzar con los tiempos, que no adaptarse a las tendencias y las necesidades de cada momento. Así lo vieron en Mercedes durante los años 70, cuando se enfrentaron a la necesidad de renovar la Clase S, su sedán de referencia.
Había que poner en circulación una nueva generación del “Sonderklasse” –eso significa la S del modelo, que se puede traducir del alemán como “especial”–. Pero no se podía seguir el mismo camino que en ocasiones anteriores, era necesario dar un salto que colocara de nuevo a Mercedes en la cima de la industria y así, en 1979, apareció el Mercedes W126, una de las generaciones del Mercedes Clase S que más polémica han creado con su lanzamiento. Era, para la época y las características de Mercedes de aquel momento, un coche esbelto y estilizado, con una línea moderna y aerodinámica –Cd de 0,36–, que permitía un menor consumo de combustible y un confort acústico mejorado. Era tan “poco Mercedes”, que muchos seguidores de la firma se escandalizaron.
Visto con perspectiva, el Mercedes W126 era un clásico sedán de Mercedes de finales de los 70 y comienzos de los 80, con un diseño conservador y hasta clásico por proporciones y soluciones tales como cromados en la carrocería, una gran calandra delantera con el característico diseño de Mercedes, aquellos curiosos pilotos almenados y en general, un estilo elegante y burgués, lejos de los diseños más dinámicos y hasta deportivos que la marca llegó a lanzar décadas después. Además, había más cosas que no se podían ver a simple vista, como una búsqueda de la mayor innovación, la máxima seguridad y la robustez típica de todo producto alemán.
Un par de años después de la presentación del W126, en 1981, se dio a conocer la nueva generación de los coupés basados en la Clase S, que por aquellos años recibían la denominación de “Clase SEC”. El responsable del diseño del nuevo coupé, Bruno Sacco, mantuvo la línea esbelta que había estrenado el W126 y le otorgó una presencia más ligera, menos pesada visualmente, aunque medía nada menos que cinco metros de eslora. Destacaba las puertas sin marco, que permitían, al bajar todas las ventanillas, dejar una enorme abertura que ayudaba darle un aire todavía más especia. El corto voladizo delantero también ayudaba a aligerar la imagen del nuevo Mercedes SEC, al igual que su calandra específica o el característico doble tono de su carrocería. No era un coche deportivo, y tampoco lo pretendía, pero se logró una imagen equilibrada, con gran personalidad y un aspecto realmente dinámico para ser un Mercedes diseñado en los años 80.
El coche fue un éxito casi inmediato, gracias a su acertadísimo diseño y a que bajo el capó tan solo había sitio para motores V8, siempre asociados a un cambio automático. Desde el primer momento, el Mercedes SEC se ofrece con dos motores, ambos V8. El de acceso a la gama era el Mercedes 380 SEC, que montaba un V8 de 3,8 litros y 214 CV, con el Mercedes 500 SEC como tope de gama, con un V8 de cinco litros y 230 CV. No era velocistas consumados, pero si eran coches tragamillas, es decir, podía recorrer enormes distancias a una velocidad elevada –la máxima homologada por la marca era de 210 km/h– con elevadísimo confort y rodeado de lujo y buenos materiales. Cabe destacar que en aquellos años, Mercedes solo trabajaba con los mejores materiales, no había tanto problema con la inversión en el desarrollo de un modelo, porque no había un mercado tan enormemente competitivo como actualmente. Mercedes podía permitirse gastarse lo que hiciera falta, porque luego iba a vender el coche fuera cual fuera el precio.
Para 1985, el Mercedes SEC se somete a un restyling, al igual que el resto de la gama W126. No había revolución, había evolución, los cambios justos para mantener el modelo en lo más alto de su categoría. La carrocería, por ejemplo, aunque a simple vista no se aprecie, suaviza algunos puntos para mejorar la aerodinámica y hacerlo más moderno y estilizado. El faldón delantero se alargó un poco para ganar sustentación –un 30% más de apoyo aerodinámico a alta velocidad– y las llantas pasaron de 14 a 15 pulgadas, al tiempo que se añadieron nuevos motores, con los que se buscaba compensar las pérdidas provocadas por los sistemas anticontaminación –se calculó que eran de alrededor del 20%–.
Así, apareció en la gama el Mercedes 420 SEC, que sustituía al 380 SEC con un nuevo V8 de 4,2 litros que permitía anunciar 14 CV adicionales –228 CV–. El 500 SEC, por su parte, mantenía cubicaje, pero los diferentes cambios internos aumentaron la potencia hasta los 245 CV. Pero no se quedó ahí, ese mismo año, en 1985, se presentó el Mercedes 560 SEC, que gracias a su V8 de 5,6 litros, alcanzaba los 300 CV y los 455 Nm de par, aunque seguía unido al cambio automático de cuatro relaciones. Era, como cabe esperar, el más veloz de toda la gama, con una velocidad máxima de 250 km/h y un 0 a 100 km/h en poco más de seis segundos –no olvidemos su arcaica caja de cambios… . Claro está, esas prestaciones tenía un precio, que según estándares de la época, era astronómico.
La familia de los Mercedes SEC se mantuvo en producción hasta 1991, cuando se retiró de la línea de montaje tras haber alcanzado las 74.000 unidades.