El MG Metro 6R4 es, posiblemente, el GRupo B más atípico de cuantos se crearon en la década de los 80. Sin embargo, nunca llegó a completar al 100% su desarrollo, porque la FISA –la FIA de aquel entonces– acabó con su carrera deportiva en 1986. Fueron cinco años de desarrollo tirados a la basura, nunca pudo demostrar si realmente ofrecía un concepto adecuado para plantar cara a los intocables Audi quattro y Peugeot 205.
Los Grupo B marcaron una época que será recordada por siempre, auténticas bestias casi sin control, que han mercado, en exceso, el mundo de los rallies. Desde entonces, no importa lo que se haga para intentar recuperar aquella imagen, los rallies siempre estarán bajo las sombra de los Grupo B. Por una parte, hay razones más que sobradas para ello, por otro lado, no es justo denigrar lo que ha venido después, aunque es cierto que los Grupo A también ofrecieron un espectáculo interesante durante muchos años.
Hubo muchos adelantos con el desarrollo de aquellos coches, al tiempo que se ofrecían soluciones nunca vistas, como aquel Renault 5 Turbo con motor central o, como no, la tracción total del Audi quattro. Estos coches provocaron un cambio total en la visión que tenían los fabricantes del campeonato y muchos llegaron tarde a la fiesta, como Ford con su RS200 o como MG/Austin con el Metro 6R4. No obstante, el RS200, aunque no pudo brillar como podría haberlo hecho, se ganó el respeto de todo el mundo en poco tiempo, mientras que el MG Metro 6R4 no pudo lograr la misma hazaña. Y eso que el británico contaba con unas características interesantes.
British Leyland quiso aprovechar el Grupo B para darle un nuevo impulso a las marcas Austin y MG y para ello, comenzaron con el desarrollo de un modelo que pudiera hacer frente a los contendientes, todos ellos brutales, que por entonces plagaban los tramos. Le encargó el trabajo a su departamento de competición que por entonces estaba comandado por el piloto John Davenport y su entonces socios, Patrick Head, ingeniero de Williams, quienes llevaron a cabo diferentes pruebas con unidades basadas en el MG Maestro con motor delantero. Pruebas que pronto se paralizaron y se pasó a probar sobre el MG Metro, el que, en teoría, iba a ser el sustituto del Mini.
Williams GP Engineering completó el diseño del coche en solo un año y poco después, ya había prototipos en circulación para completar las pruebas pertinentes. Esos prototipos pasaron por un desarrollo bastante complejo, hasta que en 1984 se presentó el modelo definitivo a la prensa, en Londres. Poco después, el 1 de noviembre de 1985, ya estaban las 200 unidades “de calle” listas para lograr la homologación para el Grupo B. Se llamó MG Metro 6R4, donde el número 6 hacia referencia a su motor V6, la letra R a rallye y el número 4 a su tracción a las cuatro ruedas.
Visualmente era un coche extremadamente radical, uno de los coches más salvajes de cuantos se hicieron para el mítico Mundial de Rallies de los años 80 y poco tenía que ver con el MG Metro Turbo. Se alargó su longitud en nueve centímetros, se ensanchó siete centímetros a cada lado, se añadieron un enorme alerón trasero, y otro igual de grande para el frontal, así como unas igualmente enormes entradas de aire delante de las ruedas traseras –montadas directamente sobre las puertas–. Era un coche muy pequeño, que con todas las modificaciones realizadas, se volvió algo realmente deforme y exagerado.
Una de las características más notables del Mg Metro 6R4 era su motor. En lugar de recurrir, como el resto de rivales, a un cuatro cilindros turbo, los británicos optaron por un bloque V6 atmosférico, ya que se quería contar con mucha elasticidad, progresividad y fiabilidad. Cosas que con un propulsor sobrealimentado hasta el límite, como ocurría con todos los rivales, o casi, no era tan sencillo conseguir. La primera opción que se tanteó fue un V6 Honda, pero finalmente se acabó por realizar un motor específicamente, con el V8 Rover como punto de partida.
Obviamente, a ese V8 se le quitaron dos cilindros, lo que provocó que el ángulo entre bancadas era de 90 grados. Eso sirvió para, entre otras cosas, montar el alternador en el centro de la V para intentar lograr un motor lo más compacto posible. Recordemos que tenía que ir montado en el pequeño chasis del Metro, lo que también provocó que se moviera el radiador al frontal.
El motor se desarrolló a lo largo de 1985 y se contó con la colaboración de David Wood, un ex empleado de Cosworth y acabó con 2.991 centímetros cúbicos, culatas de cuatro válvulas por cilindro y doble árbol de levas e inyección Lucas Micos. En la versión “de calle” rendía 250 CV a 7.000 revoluciones, mientras que en competición alcanzaba los 410 CV a 9.000 revoluciones.
Se dice que los pocos resultados de este coche fueron por la prematura desaparición del Grupo B, pero en realidad, el MG Metro 6R4 nunca llegó a terminar una prueba por problemas de fiabilidad. Se puede decir que fue una combinación de ambas cosas, porque nunca se pudo completar el desarrollo del pequeño Metro por la cancelación del Grupo B.
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