Noviembre de 1967. El Salón de Turín abre sus puertas y, prácticamente de inmediato todos los asistentes acuden al stand de Alfa Romeo. Allí se presenta la última novedad de la marca del biscione, un modelo atractivo como pocos y al que el tiempo ha situado como uno de los grandes iconos del diseño de la industria automotriz: el Alfa Romeo tipo 33 Stradale.
Para muchos este es el modelo más bello jamás creado por los diseñadores de la marca de Turín. Una elección ciertamente difícil dado el elevado nivel que siempre ha caracterizada a las creaciones surgidas del estudio de diseño de Alfa y de los pinceles de sus mas notables representantes. Aquel Alfa Romeo tipo 33 Stradale era todo un compendio de tecnología de competición envuelta bajo los simples paneles de su carrocería de aluminio terminada en el color rojo tradicional de la marca.
En aquella ocasión, la obra de arte llevaba directamente la firma de Franco Scaglione, uno de los grandes en la historia del diseño automotriz italiano, lo que prácticamente equivale a decir que es uno de los grandes diseñadores de automóviles de toda la historia. Sus inicios en esto del diseño del automóvil se dieron inicialmente de la mano de Batista “Pinin” Farina, al que conoce y de cuya empresa estuvo a punto de formar parte, pero con la que no llegó a colaborar dado que el estudio del genio italiano no aceptaba otra firma que Pininfarina en sus creaciones. Ello le llevó directamente a trabajar para Nuccio Bertone, otro de los más grandes creadores de automóviles con quien colaboraría largamente.
Modelos como los Alfa B.A.T, Giulietta Sprint, Giulieta SS y otros muchos llevan su firma mientras trabajó en exclusiva para Carrozzeria Bertone, al igual que otros como los Lamborghini 350 GTV, ATS 2500 GT, el Prince Motors japonés, el Titania, o los Apollo, Torino, Italia, Indra o Murena de la Intermeccanica. Sin embargo, su obra cumbre sería este Alfa Romeo Tipo 33 Stradale que hoy comentados, uno de los vehículos más bellamente diseñados de la historia del automóvil que diseñó en 1967 ya trabajando por su cuenta y de manera completamente independiente.
Aquel modelo Coupé biplaza con sus puertas de apertura en ala de mariposa y motor dispuesto en posición central trasera con las ruedas traseras oficiando como propulsoras fue todo un éxito. El coche compitió durante los años 1967 y 68 y Alfa Romeo, de la mano del propio Scaglione supo trasladar a las versiones destinadas al uso en la calle y las carreteras abiertas al tráfico todo el potencial y atractivo que ofrecía el vehículo de carreras. La carrocería original elaborada en fibra cedió sitio a una elaborada íntegramente en aluminio, la distancia entre ejes se alargó levemente para propiciar un habitáculo más espacioso y la potencia de su motor se redujo de los 270 CV que rendía en los coches de competición a los 230 que daría en su versión “civil”. Igualmente, el diseño de su carrocería se modificó levemente, eliminando de ella elementos típicos de los coches de carreras. Eso sí, los cambios no repercutieron negativamente en cuanto a su estética o efectuaron concesiones de ningún tipo en materia de confort o lujo que pudieran incrementar el peso total del conjunto, lo que permitió mantener incólumes su agilidad y rendimiento sobre el asfalto. Sus apenas 700 kg garantizaban unas prestaciones de primer nivel gracias al potente motor atmosférico de ocho cilindros en V abierta a 90 grados que se ubicaba justo por detrás de la única fila de asientos disponibles a bordo y que de manera espectacular se podía contemplar en su inmensidad bien a través de la claraboya que conformaba la luneta trasera del 33 Stradale, bien levantando la gran tapa que conformaba toda la trasera del coche.
Todo ello se combinaba con unas suspensiones de doble horquilla, con muelles helicoidales y amortiguadores telescópicos y sendas estabilizadoras dispuestas en ambos ejes; frenos hidráulicos de disco en las cuatro ruedas, dirección de cremallera y piñón y una transmisión manual de 6 velocidades firmada por Colotti que llevaba el potencial de la mecánica al asfalto a través de un diferencial de deslizamiento limitado para mover sus ruedas de tan sólo 13 pulgadas.
Las voluptuosas formas de su carrocería combinaban de manera magistral y como pocos coches en el mercado han sabido hacer las superficies de aluminio de la misma con las acristaladas, cuya presencia también era superior a la habitual en diseños de su clase. Bajo ella, el chasis del 33 Stradale lo conformaban básicamente tres tubos de aluminio de gran diámetro dispuestos en forma de H, con sendos subchasis de magnesio alojados en sus partes delantera y trasera para servir de soporte a los distintos elementos mecánicos. Con respecto a las versiones destinadas a la competición, las versiones de carretera eran 100 mm más largas en su parte central, a fin de contribuir a la ya mencionada mejora de la habitabilidad de su interior.
En las instalaciones Marazzi, un carrocero de Milán, Alfa Romeo desarrollaría la producción del coche. Allí se recibían los chasis procedentes de Autodelta, con los principales elementos mecánicos ya integrados y se procedía a ensamblar la carrocería. El sistema de producción empleado era tan básico y artesanal, que prácticamente cada unidad salida de las cadenas de montaje era un modelo completamente único, en el que se admitían distintas variaciones introducidas por los clientes que afectaban a la rejilla frontal, las luces, los conductos de ventilación, etc. De las 18 unidades que se llegaron a producir del 33 Stradale, tan sólo 13 llegarían a ser entregadas a clientes de la marca. El resto, descontando la del museo de Ala Romeo, terminó —sin su espectacular carrocería montada— en los estudios de Pinifarina, Bertone e Italdesign, donde dieron lugar a otros modelos tan espectaculares como los Bertone Carabo, el 33/2 Coupé Speciale o los Iguana y Navajo.
Del interés y la atracción que el mercado tuvo por el modelo dan buena cuenta los precios de venta de aquellas 18 unidades. En 1968, aquel deportivo de Alfa Romeo era el automóvil más caro del mercado, alcanzando precios superiores a los 17.000 dólares de la época cuando el promedio de un coche nuevo por entonces apenas era de 2.822 dólares. En 2011, una unidad subastada del 33 Stradale ya superaba los 3.000.000 de dólares. Hoy, si alguna de las unidades aún existentes saliera al mercado las cifras que alcanzaría superarían con creces las 7 y puede que incluso las 8 cifras.
Aquel coche de cortos voladizos, silueta plana y potentes pasos de rueda, además realmente era casi tan rápido como su estética y diseño aparentaban. Los 230 CV de su motor V8 2.0 litros pueden parecer pocos si los comparamos con las cifras de potencias que algunos modelos de similar tamaño ofrecen hoy día, pero conviene recordar en todo momento que frente a los apenas 700 kilos de peso del 33 Stradale, los modelos actuales pesan más del doble. Ya en su época, al final de los años ‘60 mientras un Giulia de apenas 100 CV ya era un coche más rápido que cualquier otro en su segmento, los 5,5 segundos que tardaba en acelerar de 0 a 100 km y los 260 km /h que el 33 Stradale marcaba como velocidad punta eran cifras muy llamativas para el momento y que causaban gran admiración.
Eso provoca que prácticamente nadie pueda disponer de una de ellas, y menos aun de poder disfrutar de su conducción. Pero claro, “hecha la ley, hecha la trampa” ¿No? Manufattura Automobili Torino, una empresa automotriz creada por un exjefe de proyectos especiales que antaño trabajo para Pininfarina se dedica actualmente a crear pequeñas series de vehículos cuyo diseño se basan en los de los grandes modelos del pasado. Así, su intención es la de recrear toda una serie de joyas del pasado elaborando los modelos completamente a mano y siguiendo el método tradicional de producción mediante el cual aquellos fueron creados en su día. La nueva línea “Jewelry” a la que esta idea ha dado pie ya ha comenzado. Los trabajos de creación de cada unidad llevan más de 12.000 horas de trabajo, lo que supone prácticamente 22 meses de trabajo, tiempo durante el cual los maestros artesanos elaboran el marco de aluminio que conforma el chasis y el bastidor, crean la carrocería de aluminio que lo recubre e instalan todos los elementos mecánicos y de equipamiento a bordo del mismo.
El MAT-Stradale que finalmente sale de los talleres de producción es algo más pesado que cualquier unidad del 33 Stradale original de Alfa Romeo, aproximadamente unos 200 kg más, pero aún se encuentra bastante por debajo de la tonelada habitual que hoy pesa un vehículo de su tamaño. Cada cliente es libre de elegir el motor que quiere incorporar al vehículo. El comprador de la primera unidad, la que se visualiza en las fotos que acompañan a este artículo, se decantó por un bloque también V8 pero de 3.0 litros de capacidad en lugar de uno de 2.6 litros similar al del modelo original. Ahora dispone de 300 CV en lugar de los 230 que proporcionaba la versión de calle del Montreal (sobrenombre por el cual también se reconoce al 33 Stradale). De igual modo cada cliente es libre de elegir tanto el acabado y terminación del exterior y del interior del coche, así como los elementos “actuales” que quiere introducir en su equipamiento.
¿Un sacrilegio? Puede que, para los más puristas, así sea, pero lo cierto es que para muchos aficionados sea la única manera de disponer de un vehículo cuanto menos parecido al de sus sueños. Y, aunque desde las oficinas de Manifattura Automobili Torino no se pronuncian con respecto al precio que se ha de pagar por disponer de uno de estos remakes aparcado en tu garage, lo cierto es que, a buen seguro, acceder a uno de estos será mucho más económico y asequible que lograr hacerse con una de aquellas 14 unidades que llegaron a producirse del modelo original.
Comentar por último que la propia Alfa Romeo, tras la descatalogación del 4C de su portfolio de producto, ya comentó que durante la primera mitad del próximo año, 2023, un nuevo modelo deportivo vendría a rellenar el espacio dejado por este en su actual gama. Jean Phillipe Imparato, actual CEO de la marca así lo ha confirmado en varias ocasiones, la última de ellas a finales del presente verano.
Se tratará de un modelo deportivo dotado con un motor 100 por cien eléctrico o de tecnología híbrida que inicialmente iba a llegar al mercado en 2025, pero que las necesidades comerciales de Alfa han adelantado para su puesta a la venta a finales de 2023. Mecánicas que presumiblemente conectarían directamente con la actual tecnología que la marca está experimentando en su escudería de la Fórmula 1. Tecnología que —y esto sí que estaría muy claro— se comercializaría envuelta bajo la capa de una carrocería de formas que evocaran directamente a la del Tipo 33 Stradale.
“Será un modelo muy emocionante, muy selectivo y también muy costoso”, comentaba Imparato, aunque claramente por debajo del precio que en el futuro alcanzaría otro deportivo que los ingenieros y diseñadores de Alfa Romeo ya preparan para reemplazar en el futuro al 8C en su gama , dotado en este caso con un motor V6 de 3.0 litros sobrealimentado que proporcionaría unos 700 CV de potencia máxima.
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