Hubo un tiempo en el cual, los fabricantes de automóviles, casi todos los fabricantes de automóviles, ofrecían un coupé en sus catálogos, coches aspiracionales que se convertían en objetos de deseo de la chavalería con el carnet recién sacado y en usuarios no tan chavales, y con posibilidades de llevarse uno a casa. Incluso había marcas que se permitían el lujo de innovar y de sorprender, como fue el caso de Opel con el Calibra.
Los coupés son un tipo de coche que parece abocado a la desaparición, son modelos caros de desarrollar y con precios elevados, que no generan los ingresos suficientes para ser interesantes y rentables en un momento, en el que se buscan rentabilizar cualquier inversión que se haga. El mercado se ha vuelto extremadamente competitivo, pero también se ha vuelto extremadamente limitado y poco imaginativo, precisamente, por esa búsqueda de la rentabilidad total. ¿Es algo malo? Bueno, se podría decir que no, en el fondo, las marcas de coches son empresas que viven de vender sus productos y al final, son los usuarios quienes deciden que coches quieren comprar.
Así, los SUV se han vuelto muy populares, con sus pros y sus contras, hasta el punto de provocar que muchas de las marcas tradicionales, como Ford o la misma Opel, se centren en ofrecer lo que se vende: SUV, al tiempo que se deja de lado cualquier otra opción. Algo impensable a finales de los años 80, cuando Opel comenzó con el desarrollo del Calibra, cuando el mercado era mucho más abierto y ofrecía muchas más opciones a los compradores. Y no fueron pocos los que aprovecharon aquella época, pues el Opel Calibra, aunque fue un coche que cambió las reglas del juego, no fue el único coupé fabricado por una marca generalista, que cobró una importancia notablemente elevada, por encima de los clásicos fabricantes premium.
El Opel Calibra, presentado en el salón del automóvil de Frankfurt de 1989, estableció un récord mundial para un coche de cuatro plazas fabricado en gran serie, pues con un Cd de 0,26, resultó ser el coche más aerodinámico de su clase, incluso más de 20 años después sigue siendo una cifra de auténtico récord. Pero además de una aerodinámica “de libro”, el Calibra también destacó por una imagen atractiva y muy equilibrada, a pesar de la sencillez de sus formas. En aquellos años no se recurría a tanto atrezzo como se hace actualmente –entradas de aire y salidas de escape falsas, diseños con líneas recargadas y sin equilibrio en los volúmenes, juegos de iluminación por todas partes… –, en aquellos años se diseñaba con criterio, o eso al menos piensan muchos fanáticos de los coches.
No obstante, merece la pena destacar que no todas las versiones del coupé alemán presumían de una aerodinámica tan espectacular. En realidad, solo había una versión que contaba con un Cx tan bajo, y esa era la menos potente de todas, la versión de acceso a la gama, que estaba animado por un motor de dos litros y 115 CV, con el que era capaz de alcanzar los 205 km/h, una velocidad altísima para su potencia a finales de los 80 y comienzos de los 90. Hubo variantes mucho más potentes, por supuesto, como el Opel Calibra Turbo con 204 CV, pero sus necesidades de refrigeración impedían lograr un coeficiente aerodinámico tan bajo.
El Calibra se basaba en la plataforma del Opel Vectra –de la primera generación del Vectra, el conocido como Vectra A–, coche del que también tomaba todo el tren de rodaje con columnas McPherson delante y triángulos oblicuos detrás. Hasta el salpicadero y el volante se compartían con el Opel Vectra, en un claro movimiento de economía a escala –se comparten elementos para ahorrar costes de desarrollo–, pero no es un problema porque el Opel Vectra A se había presentado un año antes, en 1988, y era uno de los sedanes de tamaño medio más modernos del momento.
Las ventas del coupé alemán fueron todo un éxito y las pruebas de la época solo mostraban buenas palabras para sus cualidades, que eran muchas. No era perfecto, no existe la perfección y mucho menos en un producto que tiene que gustar a cientos de miles de personas, pero era fiable, rápido y bonito –no lo decimos nosotros, lo dice la gente–. Hoy día es todo un clásico que, seguramente, se convierta en un coche de colección. Sobre todo las versiones más potentes.
Opel cesó la producción del Opel Calibra en 1997 no volvió a ofrecer un coupé similar hasta el año 2000, cuando se lanzó al mercado el Opel Astra Coupé, diseñado por Bertone y cuyas líneas recordaban al Calibra –mucha gente lo conoce como Opel Astra Bertone, pero no es su denominación comercial oficial–. Sin embargo, el peso del Calibra se hizo contar sobre el Astra Coupé, al cual, muchos criticaron porque se parecía mucho al compacto del que derivaba y no lograba ser tan especial como el “viejo” y añorado Opel Calibra.
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