Viajemos, por un momento, hasta 1989. España asumía su primera presidencia europea, al tiempo que se realizaban, al final de aquel año, las elecciones generales –que fueron adelantadas nueve meses por desacuerdos del Gobierno con UGT y CCOO–. También fue un año marcado por la disolución del Telón de Acero en Europa y la caída del muro de Berlín, símbolos de la Guerra Fría. Se dice que 1989 cambió Europa por completo.
Ese mismo año, casi oculto por unos cambios tan importantes a nivel mundial, aparecía el Peugeot 605, un coche que era la viva imagen de la firma francesa en aquellos años: sobria, pero con cierta garra, elegante y con un catálogo donde los sedanes dominaban. Eran los coches más deseados gracias a que su imagen, en aquel momento, estaba más relacionada con el éxito, eran los coches que los ejecutivos de alto standing elegían para moverse con estilo y de forma que todo el mundo supiera que le iba bien en la vida. De los SUV no existía siquiera el concepto.
Por aquel entonces, todavía se podía ver como los fabricantes generalistas se atrevían a ofrecer sedanes de gran tamaño. No se llegó nunca a pisar el segmento de mayor prestigio, donde militaban, y todavía militan, coches como el Mercedes Clase S o el BMW Serie 7. No, los sedanes más grandes de los generalistas se quedaban en el segmento E, donde el Peugeot 605 se tenía que ver las caras con opciones del nivel del BMW Serie 5. ¿Os imagináis una comparativa entre el 605 y el Serie 5? Eran, claramente, otros tiempos, aunque, que quede claro, un Peugeot 508 actual es tan grande como un 605, pero se encuadra en una categoría inferior.
El Peugeot 605, como decíamos, llegó en un momento de cambios en Europa, pero no en la firma francesa. Tradicional y conservadora, la Peugeot de entonces no se parece en nada a la actual, y es una pena, porque ya no cuenta con modelos tan bien ejecutados como este sedán de finales de los 80. Sencillo, sin líneas recargadas y sin una sola curva, el Peugeot 605 destacaba por un equilibrio de volúmenes y de proporciones que pocos coches actuales pueden igualar. Formaba parte de la saga del Peugeot 505, otro de esos modelos de Peugeot que siempre estará en el recuerdo de los aficionados por su diseño y por su desempeño, ya que las versiones Turbo se ganaron el respeto de la prensa y el amor incondicional de muchos fanáticos del automóvil.
Pero su equilibrio de líneas tenía un motivo de peso: fue Pininfarina quien se encargó de su diseño, aunque hubo quien lo consideró demasiado discreto, sobre todo si lo comparabas con rivales de la talla del Alfa Romeo 164 o su primo, cuasi hermano, el Citroën XM –compartía una gran cantidad de componentes, aunque su personalidad era claramente diferente–.
Se mantuvo en el mercado durante 10 años, mucho tiempo para un modelo en aquellos años, pero eso no le permitió lograr el éxito que se merecía. Fue un coche totalmente infravalorado, pero claro, entonces, la marca importaba muchísimo y pocos usuarios estaban dispuestos a gastarse lo que costaba en un Peugeot. La “marquitis”, justificada o no, siempre estará presente para muchos usuarios. Sin embargo, el coche, si exceptuamos algunas versiones –como la equipada con un inexplicable propulsor diésel atmosférico de 83 CV–, ofrecía argumentos de sobra para ser una opción para aquellos que buscaban algo más que un Peugeot 405.
Las opciones de gasolina eran más interesantes. Podía presumir de un 2.0 turbo con 147 CV o, sobre todo, del 3.0 V6, el más deseado por los amantes de este modelo, que primero llegó con 167 CV y posteriormente, con 200 CV, lo que hacía del sedán francés un coche muy respetable, capaz de alcanzar los 235 km/h.
Se vendieron un total de 252.185 unidades, una cifra que contrata mucho con los 333.000 ejemplares que se vendieron del Citroën XM, que estuvo en el mercado un año más que el Peugeot 605. Es cierto que las primeras unidades tuvieron algunos problemas eléctricos, pero el XM también los tuvo –no en balde, eran casi el mismo coche por dentro–, pero se solventaron y no volvió a sufrir problemas destacables. Su poco éxito también se achaca a que se parecía demasiado al 405.