A veces, aunque conocedores del riesgo, a los fabricantes se les ocurre lanzar cosas al mercado que no siempre tienen mucha lógica, más bien al contrario, parecen coches abocados a quedar en el recuerdo de los aficionados y nada más. No obstante, esos momentos de locura son, también, los mejores. De esos momentos en los que la imaginación vuela y las ganas y la pasión pueden más que los fríos números, salen creaciones que dejan con la boca abierta y que rompen todos los esquemas.
El resultado de uno de esos momentos locos es el Plymouth Prowler, un proyecto que buscaba dar forma al “hot rod moderno”, pero partiendo de cero y sin emplear ningún automóvil como base de partida. Los hot rod son un movimiento automovilístico norteamericano que consiste, básicamente, en modificar coches antiguos de forma muy radical. Podríamos considerarlo como el custom sobre cuatro ruedas.
Una de las características más llamativas del Plymouth Prowler, más allá de su diseño, es que el proyecto comenzó hace ya 31 años, en 1990. El coche llegó algo más tarde al mercado, en 1997, pero se presentó un prototipo en 1993, que pasó a producción casi sin cambios convirtiéndose en uno de los modelos más espectaculares y con más personalidad del mercado. Nadie ha vuelto a sacar nada similar y por eso, merece ser recordado. ¿Llegará a convertirse en un coche de colección?
Los primeros pasos fueron de Chip Foose
Todas las marcas cuentan con un equipo de diseñadores tremendamente cualificados, aunque a veces pongan en circulación coches que parecen haber salido de un papel arrugado. Son personas capaces de dar forma a los coches más míticos o a auténticas aberraciones, todo depende del presupuesto, los objetivos, la normativa y los gustos de cada uno (la directiva puede dar luz verde al coche más feo y dejar en el tintero al coche más bonito, por el simple hecho de ser más barato de producir). Sin embargo, hay algo común en todos ellos, y es que si les dejan vía libre suelen romper los moldes.
El resultado de uno de los momentos locos del automóvil es el Plymouth Prowler, un proyecto que partía de cero y sin emplear ningún automóvil como base de partida
Lo más llamativo es que, a pesar de contar con ese equipo de diseñadores, para determinados proyectos recurren a diseñadores externos. El caso del Plymouth Prowler combina ambos casos, un trabajo externo que es completado y llevado a producción por el equipo interno. Y ese “externo” no era otro que Douglas Foose, más conocido como Chip Foose, quien en 1990 terminó sus estudios en el Art Center College of Design. Evidentemente (estudios que abandonó por problemas económicos para ponerse a trabajar, ahorrar y volver a retomarlos), por aquellos años, Foose no era ni remotamente tan conocido como ahora, pero ya apuntaba maneras.
No obstante, Foose tenía ciertas ventajas que no tenían otros. Su padre, Sam Foose, tenía un estudio de diseño, Project Desgin, en el que pudo trabajar desde muy temprana edad. Sirva de ejemplo que con 12 años, Chip Foose ya presumía de cinco años de experiencia y había pintado su primer coche, un Porsche 356. Más tarde y solo a modo de ejemplo, Chip Foose trabajó en el diseño de los vehículos que aparecieron en las películas Blade Runner, Robocop o Cars.
La dirección de Chyrsler pensó que aquel chaval que había terminado sus estudios, pero contaba con una experiencia y unos conocimientos previos que otros no tenían, sería un buen diseñador para su locura. Así se lo hicieron saber y por supuesto, Chip Foose aceptó el reto. Creó un proyecto que incluía un diseño llamado “Hemisfear”, el cual, fue la base para que Thomas Gale y su equipo, dieran forma al Plymouth Prowler.
Primer automóvil de Chrysler fabricado con aluminio
Hay otra parte de la historia que afirma que todo esto que acabamos de contar son solo rumores y que en realidad, Gale, el entonces director de diseño de Chrysler, se aprovechó de la ocasión. La firma americana patrocinaba un programa de diseño en el Art Center College of Design, de donde salió el diseño de Foose que inspiró al equipo de Chrysler. Sea o no verdad, el caso es que Foose estaba implicado en el proyecto de una forma u otra.
Algún tiempo después de la puesta de largo del Prowler, la compañía americana reconoció que su lanzamiento también estaba dentro de un proyecto de experimentación ingenieril, relacionado con el empleo de determinados materiales en la fabricación de automóviles. Es por eso que el Plymouth Prowler fue el primer coche del grupo Chrysler en usar aluminio en su construcción, concretamente para los paneles de la escueta carrocería. También se experimentó con la unión de ciertas partes del coche con adhesivos (ambas cosas, el aluminio y el adhesivo, son normales en la industria actual).
En el año 1993, con motivo del Salón del Automóvil de Detroit, se presentó el primer prototipo del Prowler, un diseño que apenas cambió nada cuando pasó a producción en 1997. Tenía llantas traseras de 20 pulgadas (hoy día, de lo más comunes) con neumáticos de 295 milímetros. Su frontal era un espectáculo, con los ejes a la vista y los guardabarros separados del resto de la carrocería.
Bajo el afilado y bajo capó, uno de los principales causantes de su poco éxito comercial. Chrsyler decidió meter ahí un V6 de 3.5 litros y 217 CV en lugar de un “gordo” V8 yankee, unido a un cambio automático de cuatro relaciones. Solo se hicieron 457 ejemplares en 1997. En 1999 se volvió a retomar la producción porque había mucha demanda. Por entonces, Chrysler se encontraba bajo el amparo de Daimler y gracias a ello, se ofrecieron algunas cosas para hacerlo más interesante, como un motor V6 más potente, con 257 CV.
Al final se fabricaron 11.01 ejemplares del Plymouth Prowler hasta el año 2002, aunque habría que decir que se vendió hasta 2001 como Plymouth y desde entonces, hasta 2002, como Chrysler. Daimler se cargó tanto la marca Plymouth como el coche, alegando problemas de rentabilidad.
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