Pensémoslo detenidamente. Los llamados “Supercoches”, los deportivos de altísimas prestaciones y precios absurdamente elevados, no parecen tener mucho sentido. En vías públicas son casi obcenos y mal vistos, conducir uno te convierte en el centro de todas las miradas –y de muchas envidias, tanto sanas como insanas– y los agentes de tráfico vigilarán como si portaras algún tipo de objeto potencialmente peligroso. Eso sin contar que en muy pocas ocasiones podrás exprimir al máximo las posibilidades de la bestia.
Luego está el hecho de que la enorme mayoría de Supercoches acaban en manos de gente que no tienen ninguna intención de conducirlos, solo se contenta con su posesión y, para colmo, con ganar dinero dentro de un tiempo, cuando decida venderlo. Y cuando resulta ser alguien con intenciones de ponerse al volante, se vuelven protagonistas de las redes sociales y de Youtube en una representación totalmente distópica, lejos del uso real para e que fue diseñado.
Cuesta mucho entender que coches como el Mercedes SLR McLaren Roadster, sean simples objetos que exponer para que los demás puedan verlo. Cuando los ingenieros desarrollaron el SLR McLaren Roadster, lo hicieron con una idea en mente: ser lujoso, espectacularmente llamativo u por supuesto, muy rápido, que, por lo general, suele ser la principal causa de su existencia. Y como se comprenderá, en un museo o en un garaje climatizado no puede ser rápido. Es más, los coches que se pasan mucho tiempo parados suelen verse envueltos en problemas técnicos que afean la experiencia de conducirlos.
Seguro que habrá quien piense, que todo esto lo decimos porque no podemos comprarnos uno de esos Superdeportivos de colección, y en una parte tendrán razón: no podemos comprarnos uno de esos Superdeportivos de colección, pero se equivoca en eso de que todo esto es motivado por no poder comprarlo. En realidad, como fanáticos de los coches, no podemos entender como un descapotable desarrollado en conjunto por Mercedes y McLaren, equipado con uno de los V8 más bestias que se desarrollaron hace casi 20 años, no es conducido con el sol por montera al menos dos finels de semana al año. Verlo así, en las diferentes colecciones, acumulando polvo… es una verdadera lástima.
El Mercedes SLR McLaren Roadster apareció tras el coupé, y como aquel, con una primera aproximación en forma de prototipo. En 2008 conocimos la versión de producción, cuyo precio en España, era de nada menos que 546.012 euros. Una auténtica locura que daba acceso a un automóvil que solo con verlo te dejaba sin hablar. Derivaba, obviamente, de la versión coupé, que se había puesto en el mercado anteriormente que, cuando se lanzó el descapotable, dejó de estar disponible. Y como aquel, era técnicamente un modelo superlativo, tanto, que resulta absolutamente indigno tener un coche así aparcado en un garaje.
Lo más llamaba la atención del SLR McLaren Roadster era la adopción de una capota de lona, pero esta, además, escondía un elemento que no se podía ver a simple vista, pero era toda una delicatessen: un armazón articulado fabricado con fibra de carbono, con accionamiento eléctrico cappaz de poner o retirar la lona en 10 segundos. La silueta del coche con la capota retirada es, al contrario de lo que a veces ocurre, soberbia, lo que deja entrever que ya fue diseñado con una variante descapotable en mente.
El Mercedes SLR McLaren es uno de los modelos más emblemáticos de la firma alemana, apareció en la época en la que McLaren y Mercedes formaban equipo en Fórmula 1 los resultados salían casi a pedir de boca, aunque el coche recibió algunas críticas pues coindició en el tiempo con otros de igual lustre como el Ferrari Enzo –la denominación oficial, en realidad, era Enzo Ferrari– o el Porsche Carrera GT, dos coches de armas tomar que constrastaban con el aleman por su elevadísima deportividad. Sin embargo, lo que pocos apreciaron del Mercedes fue su condición de Gran Turismo de altísimas prestaciones y tecnología procedente directamente de competición.
Pero estas cosas solo parecen importar cuando se trata de colocar al coche sobre un pedestal y presumir frente al resto de coleccionistas y aficionados, pocas unidades del Mercedes SLR McLaren ha recorrido más de 5.000 kilómetros, y dudamos de que alguna unidad haya alcanzado una cifra semejante. Y eso que no estamos hablando de un coche precisamente lento, ni mucho menos. El LSR McLaren es una bestia cuyo corazón, desarrollado íntegramente por AMG, era un V8 sobrealimentado por compresor, de prestaciones estratosféricas en su momento, y también ahora. Se trata de un motor con bancas a 90 grados, 5.439 centímetros cúbicos, culatas de tres válvulas por cilindro y una compresión de 8,8:1. Es una cifra bastante contenida, pero el compresor de doble tornillo IHI Lysholm, sopla a 0,9 bares. El resultado eran 626 CV a 6.500 revoluciones y casi 800 Nm de par entre 3.250 y 5.000 revoluciones, todo ello gestionado por un cambio automático de cinco relaciones y un solo embrague con dos programas para funcionamiento automático –Comfort y Sport– y tres para funcionamiento manual –Sport, Supersport y Race–- Por cietto se escogió el cambio de cinco relaciones, porque era más resistente que la caja de siete marchas, aunque sabiendo que todas, o casi todas las unidades, acabarían como un adorno muy gordo y caro, bien podrían haberle puesto la de siete, ¿verdad?
¿Os imagináis lo que tiene que ser pisar el acelerador a fondo y escuchar a semejante motor rugir con el techo por montera? Los descapotables tienen esa magia que solo los moteros conocen, la sensación de ir expuestos al aire libre, de saturar los sentidos con infinidad de sensaciones… Ademas, con 1.791 kilos, resultaba un coche que no podía considerarse pesado, de hecho, si lo comparamos con algunos modelos actuales, el Mercedes SLR McLaren Roadster es un coche ligero. Sirva como ejemplo el BMW M2 G87, cuyo peso es de nada menos que 1.775 kilos. También es verdad que el SLR McLaren se fabricaba con una gran cantidad de fibra de carbono, aluminio y muchos materiales ligeros; por eso, entre otras cosas, tenía un precio tan disparatado.
Según Mercedes, el SLR era “una interpretación contemporánea de elementos estilísticos del SLR original, con detalles de diseño tomados del Fórmula 1 de 2003”. La producción del Mercedes SLR McLaren finalizó en diciembre de 2009, después de alcanzar algo más de 2.000 unidades, lo que significa que se fabricaron más ejemplares que del Enzo Ferrari y del Porsche Carrera GT. Y no olvidemos que cada uno de esos más de 2.000 SLR McLaren costaba casi 550.000 euros.