
El Audi TT rompió muchos moldes. La puesta en escena del coupé alemán se ganó infinidad de portadas de revista y la atención de miles de aficionados. Su diseño, tomado de un prototipo y pasado, casi sin cambios, a producción, fue toda una innovación para la marca que, por cierto, luego lo volvió a repetir con el Audi R8 y con el Audi A5 –el Audi Le Mans Concept y el Audi Nuvolari Concept–.
Pero no se conformaron con el éxito del coupé y poco después pusieron en circulación el Audi TT Roadster, una versión descapotable que llevó un paso más allá el diseño del modelo. De hecho, el diseño fue uno de los argumentos que más se destacó en su momento y pronto se consideró un icono por sus soluciones estilísticas y por el resultado final.
No obstante, hubo algunas cosas que no gustaron a todo el mundo, como el hecho de compartir toda clase de elementos con otros modelos del Grupo Volkswagen de menos caché. Por ejemplo, la plataforma era la misma que la usada por el Volkswagen Golf IV, el SEAT León o el Škoda Octavia. Y lo mismo ocurría con los motores, las transmisiones, así como elementos como el pedalier, los mandos de los limpiaparabrisas, los mandos de la calefacción… Pasó algo desapercibido porque se ganó muchísimos seguidores, pero también fue criticado por algunos por su tendencia a subvirar o por tener una conducción “fácil”. Algún que otro periodista británico ha dejado caer, incluso, que los conductores de Audi TT no son verdaderos apasionados ni grandes conductores…
Con el techo por montera
En aquellos años, la firma de los cuatro aros todavía no tenía la imagen que actualmente se le atribuye –y que poco a poco pisotean con su mala estrategia de futuro y de diseño–, Audi era una firma con aspiraciones que, gracias a un notable esfuerzo, lograba grandes resultado y modelos más que respetables. A mediados de la década de los 90, por ejemplo, había jubilado al Audi 80 y había puesto en su lugar al Audi A4. Había transformado al Audi 100 en el Audi A6 y había lanzado el Audi A8 “todo de aluminio”, entre otras cosas. Todo esto sin olvidar la puesta en escena del Audi A3 en 1996, claro.
Solo faltaba un modelo de talante claramente deportivo, un coche que rematara el trabajo que había hecho hasta ese momento y que les ayudara a reforzar su imagen premium, un objetivo que tomó forma con el Audi TT, y que se remató con el Audi TT Roadster. Es más, el Roadster es la variante más exclusiva del modelo alemán; ni el TT V6 de 3,2 litros, ni el Audi TT Le Mans, ni el Audi TT Sport Quattro, por potentes y exclusivos que sean –y lo son; mucho–, pueden ponerse al mismo nivel del descapotable. Pero no pueden porque, como siempre ocurre con cualquier descapotable, sus ventas fueron más limitadas y por tanto, hay menos unidades en circulación.
La carrocería descapotable siempre ha tenido algo especial, ese aura pasional y lúdico que no tienen otros. Al fin y la cabo, ¿para qué quiere alguien un descapotable? Por puro capricho, pues no son coches precisamente versátiles ni usables en el día a día –al menos un dos plazas, un Audi A4 Cabrio seguro que puede ser un coche único–, por esa sensación que generan al conductirlos y por esa imagen que se desprende hacia el resto; en muchas ocasiones, esto último supone la gran mayoría de los argumentos de compra, aunque nadie lo quiera reconocer.
Más divertido a la hora de conducir, pero no más rápido
El Audi TT Roadster se vendió, de primeras, con dos motores, aunque habría que decir que se vendía con un motor en dos versiones, que no era otro que el 1.8 20vt en su variante de 180 CV y en la variante de 225 CV. Luego llegó una versión con 190 CV –reemplazó al primero y que tuvo otras dos versiones con menos potencia: 150 y 163 CV– y otra variante con el V6 de 3,2 litros y 250 CV. Sin embargo, el más interesante era, sin duda, el TT Roadster de 225 CV, a poder ser equipado con cambio manual.
La configuración del Audi TT Roadster 1.8T de 225 CV era poco habitual. El TT Roadster mantenía la misma disposición mecánica del coupé, es decir, motor delantero transversal, que se combinaba, en el caso de la variante con 225 CV, con el sistema de tracción total con diferencial Haldex. No debemos olvidar que, al fin y al cabo, la plataforma era la misma del Volkswagen Golf y no se podía hacer otra cosa diferente. No se podía, y en realidad, tampoco hacía falta pues la firma alemana le imprimió un comportamiento notablemente deportivo.
Sí, al límite era subvirador, y era un coche fácil de llevar rápido, pero el Audi TT Roadster era muy eficaz en curva y mu rápido en carretera de montaña. Era ligeramente más lento que el coupé –pesaba 100 kilos más–, pero era más pasional y divertido gracias a las sensaciones que llegaban al habitáculo sin filtros. Los había más rápidos y deportivos, pero sin la enorme facilidad de conducción ni la versatilidad para usarse casi todos los días del Audi TT Roadster.
