El Cavallino Rampante de la Scuderia Ferrari es, posiblemente, el símbolo más inconfundible de todo el universo del automovilismo. Todas las personas que se consideran aficionadas al mundo del automóvil y de las carreras lo identifica rápidamente. Lo que quizás no sepa todo el mundo es el significado simbólico que hay detrás de dicho escudo y de sus colores, pero sobre todo, la carrera en la que surgió la idea de utilizar ese Cavallino como el símbolo de Enzo Ferrari y de su escudería.
CIRCUITO DI SAVIO. LA PISTA ITALIANA CON LA CARRERA MÁS TRASCENDENTE
Para comprender el origen del logo más legendario del mundo del motor, tenemos que retroceder en el tiempo hasta los años 20 del siglo pasado. Entre los años 1923 y 1927 se celebró una carrera con vehículos de Grand Prix en el extinto Circuito di Savio, en la ciudad italiana de Rávena. Rávena, una ciudad de la Emilia-Romagna famosa por sus mosaicos bizantinos, fue el lugar donde nació la idea de crear el logo del Cavallino.
El circuito donde se celebró la prueba tenía una forma bastante simple. Era triangular, algo muy habitual en el automovilismo del período de entre guerras (1920-1930) y también en el de los años 40 y 50. El circuito aprovechaba carreteras públicas que se cerraban al tráfico para la ocasión, otro aspecto bastante frecuente en las carreras de la época. La longitud total de este circuito era de 14,24 kilómetros. Esta longitud se asemeja bastante al del icónico Circuit de la Sarthe donde se celebran las 24 horas de Le Mans del Mundial de Resistencia. Sin embargo, esta no era la longitud original.
La primera edición de esta carrera, que recibía el mismo nombre que el circuito, tuvo lugar un año antes, y la longitud era de 44,6 kilómetros. El circuito original tuvo como punto de partida la basílica bizantina de San Apolinar in Classe. En esa primera edición se daban un total de 6 vueltas. Para la edición del año siguiente, se redujo la longitud, pero se aumentó el número de vueltas, pasando de 6 a 25. El Circuito di Savio, que se denominaba así por el río que pasa por Rávena, tuvo una vida bastante corta en el mundo del automovilismo, ya que su edición inaugural fue en 1923 y se corrió ininterrumpidamente hasta 1927. Independientemente de las longitudes de la pista en 1923 y 1924, estas dos primeras ediciones tuvieron un denominador común. Enzo Ferrari consiguió llevarse la victoria a los mandos de un Alfa Romeo RL, que era el modelo de carreras más importante de la marca milanesa en ese momento.
EL DESEO DE UNA MADRE POR PRESERVAR LA MEMORIA DE SU HIJO
Pero lo más recordado de aquella las victorias de Enzo Ferrari que cambiaría para siempre la historia del automovilismo, no fue lo que sucedió en la pista, sino lo que ocurrió fuera de ella. La victoria de Enzo Ferrari en 1923 hizo que tras bajarse de su Alfa Romeo, se le acercase una mujer de la nobleza llamada Paolina Baracca. Esta condesa italiana había perdido a su hijo, el aviador Francesco Baracca, en un combate aéreo durante la Primera Guerra Mundial. Dicho piloto utilizaba en el fuselaje de su avión, un caballo rampante negro como amuleto. Desgraciadamente, no pudo protegerle de la guerra, pero Paolina Baracca quería que el símbolo del avión de su hijo perdurase. Tras finalizar la carrera, la condesa se acercó a “Il Commendatore” para felicitarle por la victoria y para suplicarle que utilizara el Cavallino de su hijo en sus coches de carreras, con el argumento de que le traerá buena suerte. Enzo Ferrari aceptó la petición, pero no sin antes realizar algunas modificaciones. Al adoptarlo como símbolo personal y como escudo del futuro equipo que fundaría en 1929, decidió añadir al caballo negro un fondo de color amarillo por la ciudad de Módena, la ciudad natal de Enzo Ferrari y de su futura escudería. Añadió una franja en la parte superior con los colores de la bandera italiana y, por último, colocó en la zona inferior las iniciales S.F. de Scuderia Ferrari.
Sin saberlo por aquel entonces, tanto la Condesa Baracca como Enzo Ferrari habían ideado la creación del símbolo más famoso del mundo del motor. No sólo se trata del más famoso, sino también el más laureado, ya que dicho Cavallino no solo sigue existiendo a día de hoy, sino que también forma parte de la seña de identidad del que en el futuro se convertiría en el equipo más laureado de la Fórmula 1.
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