Corría la década de los 60. Los ecos de la Segunda Guerra Mundial habían desaparecido casi por completo y en Europa se sentía un aura especial, de prosperidad y un futuro prometedor. En España se había desatado un crecimiento espectacular, propiciado, en parte, por el SEAT 600, que permitió que muchas familias descubrieran una libertad que no habían conocido hasta ese momento. Un enorme contraste si miramos al otro lado del Atlántico, donde Estados Unidos ya se había convertido en una potencia mundial y lo demostraba con sus despropósitos con ruedas, coches como el Cadillac Eldorado Biarritz, posiblemente, uno de los descapotables más descomunales de cuantos se han fabricado.
El Eldorado Biarritz se puso en circulación en 1959, casi al mismo tiempo que se daba comienzo al desarrollo del que fue uno de los coches más importantes de España en su momento: el Renault 8. El contraste entre el Cadillac y el R-8 es tan absurdamente a abrumador, que no parecen dos coches creados durante la misma época, ni por tamaño ni por soluciones técnicas. Sin embargo, cuando se trata de aspiraciones deportivas, en Europa no nos quedábamos atrás y el Renault 8 era el ejemplo perfecto. Salió a la venta en 1962 con un diseño muy diferente a lo que ofrecía la marca por aquel entonces, pero con una técnica que se podía considerar tradicional: motor trasero y propulsión. Un clásico “todo atrás” que motorizó a un gran número de españoles –y de franceses–, los cuales, pudieron colmar sus ansias deportivas apenas dos años después.
Amédée Gordini empezó a trabajar ese mismo año con las mecánicas del R8, para desarrollar un motor más potente y más deportivo. Las primeras pruebas dieron como resultado un motor de 78 CV SAE a 6.000 revoluciones gracias a un propulsor de 998 centímetros cúbicos y culata con dos árboles de levas, pero esto era solo el principio. El trabajo siguió adelante y en 1964 ya tenía un propulsor de 94 CV SAE. Precisamente, ese mismo año se presentó el Renault 8 Gordini en el salón del automóvil de París, aunque todavía quedaba un poco de desarrollo para poder comercializarlo. Desarrollo que ya había contado con pruebas en rallyes, lo que llamó la atención de la prensa de la época, que no tardó en publicar titulares del tipo “El nuevo R8 Gordini; 170 km/h”.
Finalmente, las especificaciones del Renault 8 Gordini no dejaron indiferente a nadie: motor de cuatro cilindros, 1.108 centímetros cúbicos, 95 CV SAE a 6.500 revoluciones y un par de 100 Nm entre 4.000 y 6.000 revoluciones. Para lograr estas cifras, se habían montado pistones con más diámetro, culata con cámara de combustión hemisféricas, aunque sin árbol de levas que mantuvo en el lateral del bloque con varillas y balancines. Esta técnica, de hecho, llegó hasta los Renault 11 Turbo y Supercinco GT Turbo.
Las prestaciones, en aquella época, eran de auténtico GTI. La velocidad máxima, como bien anunció la prensa, era de 170 km/h –podía haber sido más de haber contado con un cambio con más de cuatro relaciones–, completaba los 400 metros con salida parada en 18 segundos y el kilómetro en 33 segundos. Y todo ello aderezado con la ya famosa carrocería azul con bandas blancas y una puesta a punto más firme para las suspensiones.
Sin embargo, las mayores prestaciones hicieron que su configuración “todo atrás” resaltara sus problemas más importantes. De los 795 kilos que pesaba el coche, 510 kilos descansaban sobre las ruedas traseras y solo 285 kilos sobre las delanteras. Eso obligaba a una conducción muy particular, pues quien quisiera sacarle la quintaesencia en curva, tenía que cargar el eje delantero con una transferencia de masas, para luego acelerar para salir de la curva con mucha tracción, pero con un eje delantero con cierta flotabilidad. La conducción deportiva de un Renault 8 Gordini era todo un arte, que no impidió una copa monomarca muy disputada. Por suerte, entre otras cosas, montaba un servofreno Bendix, que se colocaba en el vano delantero para buscar un mejor reparto de pesos.
La producción del R8 Gordini 1100 se alargó hasta 1967, cuando apareció el R8 Gordini 1300. Para entonces, se habían fabricado un total de 2.600 unidades.