El panorama automovilístico ha cambiado una barbaridad, ¿verdad? De ver en las calles todo tipo de coches, a ver como cada día que pasa hay más SUV circulando por todos lados. No podemos obviar que los SUV tienen su encanto y también sus ventajas, pero no es menos cierto que el resto de vehículos también tienen sus ventajas y todos parecen haberse olvidado de ellas. Por eso, ya no se hacen coches como antes, o eso al menos pensarán muchos.
Por un lado, es bueno que no se hagan coches como los de antes, sobre todo en caso de accidente. Si hay que chocar contra algo, por favor, nosotros preferimos cualquier automóvil moderno. No obstante, si se trata de divertirse, la cosa cambia, pues los deportivos con años bajos sus ruedas ofrecen un mar de sensaciones que no ofrecen los coches modernos. Y no por lentos, sino por contar con una gran cantidad de filtros de todo tipo, que aíslan al conductor del exterior, a lo que deberíamos sumar el peso, que nunca ha sido un aliado de las prestaciones.
El éxito de ventas obtenido por el Clio Williams llevó a Renault a quintuplicar sus planes de producción
Quizá por eso, y por otras cosas, claro está, coches como el Renault Clio Williams levantan pasiones. ¿Quién no se acuerda del Clio Williams? Su lanzamiento fue una bomba, dejaba a todos sus rivales por atrás en prestaciones y también en caché e imagen. El utilitario francés ya contaba con versiones más o menos deportivas, como el Clio S, que añadía algo de carácter al modelo, o el apreciado Renault Clio 16v y sus 136 CV, que lo convirtieron en un objeto de deseo para todos los fanáticos de los coches pequeños, pero matones. Pocas cosas hay más divertidas que un coche pequeño con potencia.
Como en muchas ocasiones, la homologación es su razón de existencia
Allá por los años 90, Renault suministraba motores al equipo Williams de Fórmula 1, una asociación que dio muy buenos resultados y le dio a Renault un nombre todavía más fuerte en la categoría. Algo que, por otra parte, tampoco hacía falta, ya que desde los 70, la firma francesa ya había hecho un nombre con diferentes bólidos, destacando, entre otros, la famosa “tetera amarilla”, el Renault RS01, el primer Fórmula 1 con motor turbo. En la década de los 90 los tubos no se usaban en competición, precisamente porque la FIA, después de aquella época de locos en los años 80, había puesto muchas limitaciones. En los 90 se usaban motores atmosféricos, cuyo sonido perdurará siempre en el imaginario.
Esa asociación, además de muchos éxitos en competición, también se empleó para dar nombre a una versión muy especial del Renault Clio, una que, como ocurre con las mejores versiones, nació para la homologación. El Renault Clio Williams no tiene ninguna conexión con la F1, sino con los rallies, y Williams nunca trabajó en su desarrollo. Se tenía previsto lanzar una tirada limitada de 2.500 unidades, las necesarias para obtener la homologación, pero al final se fabricaron 12.100 ejemplares dado el enorme éxito de ventas.
Cuando se puso en circulación, llamó la atención que no recurriera a un motor turbo. La firma francesa se había hecho toda una especialista en el tema y llevaba bastante tiempo apostando por esa tecnología: Renault 5 Turbo, Renault 11 Turbo, Renault 18 Turbo, Renault 21 Turbo, Renault 25 Turbo… sin embargo, el Clio Williams no tenía turbo, tenía un motor atmosférico con culata de 16 válvulas y apenas cabía en el vano motor. Hoy día, los utilitarios tienen el tamaño de un compacto de los años 90, pero antes no eran tan grandes. De hecho, un Renault Clio de la primera generación resulta bastante pequeño junto a uno de la generación actual.
Un Renault Clio 16v llevado a más
Renault Sport fue la división que se encargó de dar forma al Williams y para ello, partió de una base que ya era buena: el Renault Clio 16v. Esta versión, como se ha comentado antes, anunciaba 136 CV y fue un modelo que gustó a los aficionados, aunque era menos delicado y más fácil de conducir que el mítico Renault 5 GT Turbo. El motor del Clio 16v era un cuatro cilindros atmosférico de 1.8 litros, con un par de 158 Nm, sin duda, escaso incluso para la época. No obstante, el dominio de las 16 válvulas por aquellos años no era el mismo que se tiene ahora.
Se realizaron muchas modificaciones en ese motor, hasta llegar a los 2.0 litros. Se incrementó el diámetro de los cilindros y también la carrera del pistón, el diagrama de distribución eran específico y las válvulas tenían mayor diámetro y contaba con radiador de aceite. El resultado fueron 150 CV y 175 Nm de par, que hicieron del modelo un coche especialmente rápido. Pero no se terminó aquí, porque el chasis también se vio afectado. Por ejemplo, los trapecios y manguetas eran específicos, haciendo que el eje delantero aumentara su anchura, se retocaron todos los ajustes de la suspensión y las geometrías y se añadieron unas llantas Speedline en color dorado que se han hecho tan famosas como el propio coche. El cambio era manual de cinco relaciones y las prestaciones eran buenas para la época: 0 a 100 km/h en 7,9 segundos; recuperación de 80 a 120 km/h en 7,8 segundos; velocidad máxima de 216 km/h.
En competición, los Clio podían superar los 200 CV, llegando incluso a los 265 CV de los Renault Clio Maxi de la categoría Kit Car, una de las más emocionantes de cuantas ha tenido el mundial de rallies.
La versión más buscada del Renault Clio Williams es la primera, de la que se hicieron 3.800 ejemplares. Es la más cara, pero también es la más “auténtica”, pues pesa menos gracias a contar con menos equipamiento y, por tanto, es la más deportiva y la que ofrece más sensaciones a la hora de conducirlo
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