Resulta bastante interesante, aunque sumamente infructuoso, analizar el mercado de los coches de altas prestaciones y los coupés, ya sean “viejos” o modernos. Son coches muy deseados, que abarcan desde un “simple” Hyundai Coupé hasta un salvaje Bugatti Chiron. Hay para todos los gustos y todos los bolsillos, aunque no todos llegan a alcanzar el honor de convertirse en un mito. A veces, incluso, se pierde el norte con algunos coches y se llega a niveles, quizá, un tanto fuera de lugar.
Este podría ser el caso del Subaru Impreza STi 22B, la versión del modelo japonés más deseada de todas las que ha tenido y obviamente, una de las más buscadas entre los fanáticos de los rallyes y de Subaru. No en balde, el 22B se convirtió en una leyenda de los rallyes con tres victorias consecutivas en 1995, 1996 y 1998, en una de las mejores épocas del World Rally Championship, con Toyota y Subaru batiéndose el cobre junto a dos de los mejores pilotos de la historia de la competición: Carlos Sainz y Colin McRae (ambos en el mismo equipo en varias ocasiones).
El Subaru Impreza Sti 22B fue un homenaje a los tres títulos consecutivos de constructores
Cuando se habla de rallyes, por lo general, todo aficionado acaba “tirando” de Grupo B, pero durante muchos años, los Grupo A y posteriormente, los WRC, ofrecieron algunos de los mejores momentos que ha tenido este campeonato con duelos vibrantes y máquinas que, debido a la obligatoriedad de homologar una versión de producción, se hicieron míticos en las calles. No obstante, el 22B no llegó a ser lo que es por homologación, lo fue por celebración.
Homenaje a los tres títulos consecutivos de constructores
Hay veces que los fabricantes quieren festejar por todo lo alto sus logros en competición, pues supone una forma de llamar la atención y generar interés en la marca, lo que hoy se llamaría “hype”. Además, también pueden sacar grandes beneficios con versiones muy especiales de sus coches, que se pueden vender con grandes márgenes de ganancias. Subaru había ganado tres títulos de constructores seguidos y aunque los títulos de marcas no son tan populares y respetados entre los aficionados, la marca quería festejar un suceso como ese con algo especial.
Ese algo especial es, obviamente, el Subaru Impreza STi 22B (o Impreza 22B STi), un coche que ha pasado a la historia como uno de los mejores Subaru deportivos y del que solamente se fabricaron 400 unidades “oficiales”. Se fabricaron algunas unidades adicionales, que fueron a parar a menos de los pilotos que permitieron que la marca se hiciera con tres mundiales de constructores.
La base de partida fue el Subaru Impreza Type R (sí, Subaru también tenía “Type R”, aunque no llegaban a Europa), que se transformó en un arma todavía más eficaz. También está considerado uno de los Impreza más bonitos de toda la saga del modelo, gracias a su carrocería de tipo sedán y dos puertas, un coupé, como también se considera a estas carrocerías. Un alerón trasero procedente de la versión de rallyes oficial, unas taloneras, una ampliación de las vías (y el ensanche pertinente de la carrocería) y un paragolpes delantero como el de rallyes remataban todo el conjunto.
Obviamente, todo esto ocultaba muchas cosas más, no todo era estética. De hecho, si fuera un simple maquillaje nunca habría llegado a convertirse en un coche por el que se han llegado a pagar más de 300.000 euros. ¿Realmente vale ese dineral? No lo sabemos, pero el 22B es uno de los Subaru más deseados de todos los tiempos con mucha diferencia.
280 CV, tracción total y suspensiones casi de carreras
Subaru jugó muy bien sus bazas con este coche, ofreciéndole únicamente en color azul como la versión de rallyes, con las llantas pintadas de dorado. El color azul, conocido como “Rally Blue” o “WRC Blue”, tiene el código “74F” y lo hace casi inconfundible, junto al alerón y las llantas. Solo le faltan los adhesivos del coche del Mundial de Rallyes para rematar todo el espectáculo visual.
No obstante, el Impreza 22B STi no es el coche más rápido de Subaru ni el más eficaz, los modelos que llegaron después eran, como cabe esperar, más rápidos, pero el Impreza STi 22B no andaba corto ni mucho menos. El motor, con cuatro cilindros y 2.2 litros, rendía 280 CV gracias a un turbo IHI VF22, aunque podía llegar a los 350 CV fácilmente. Esa cifra de potencia era una especie de pacto entre caballeros para las marcas niponas durante muchos años y no se superaron durante muchos años. Ahí está el Honda NSX, por ejemplo, que no pasó de los 280 CV.
Ese caballaje se pasaba al suelo mediante un sistema de tracción total en combinación de una caja de cambios con cinco marchas de relación cerrada. El chasis, por su parte, recibía una suspensión firmada por Bilstein y Eibach que era casi de carreras y los frenos, con casi 300 milímetros delante y pinza de cuatro pistones, se encargaban de tenerlo todo controlado cuando se tenía que parar.
Las prestaciones estaban al alcance de pocos coches, con un sprint desde parado en 4,5 segundos y una velocidad punta de 248 km/h. Era muy rápido y como ejemplo, un Ferrari 360 Modena, lanzado poco después (en 1999), alcanzaba los 295 km/h con 400 CV.
Hay una curiosidad respecto a la denominación. La combinación “22B”, según se dice, es la conversión a hexadecimal de “555”, un número que hoy día es casi mítico pues lo lucían orgullosos los coches del mundial (según Wikipedia: la base de número 16, es usada en la configuración de programas de computadores donde van de la letra A a la F, se utiliza para los números 10 al 15. O dicho de otro modo: 555 entre 16 sobra B; 34 entre 16 sobra 2; 2 entre 16 sobra 2= 22B).
Cabe recordar que se prohibió la publicidad de alcohol y tabaco en eventos deportivos y Subaru tuvo que cambiar los números por los tres paréntesis. Ese número es de la empresa State Express 555, una marca de tabaco.
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