Ford Capri. ¿Quién no conoce este modelo de la firma norteamericana? Apodado como “el Mustang europeo”, el Capri fue un coupé de largo morro famoso por sus prestaciones, que muchos aficionados sueñan con tener en su garaje. No es un modelo que se pueda considerar exclusivo, pero su popularidad es mucho más alta que otros a los que sí podemos considerar exclusivos o premium.
Es interesante ver como estos coches, estos, actualmente, clásicos populares, se convierten en auténticos objetos de culto y en objetos de deseo provocando que los precios suban como la espuma. Por suerte, si te gusta el Ford Capri, puedes conseguir uno por unos 3.000 euros, aunque no estará en perfecto estado, algo que muchas veces no es un problema y supone más bien un aliciente.
El preparador Tickford consiguió llevar el Capri Turbo hasta los 205 CV
Las versiones más baratas del Capri corresponden a la tercera generación, presentada en el Salón de Ginebra de 1976, el llamado “proyecto Carla”, el cual se puso a la venta en marzo de 1978. Los motores hoy día parecen poca cosa para el coche más deportivo de Ford en Europa por aquel entonces, aunque podía montar un bloque V6 de 2.8 litros e inyección, puesto a la venta a partir de 1981.
Se trataba del motor más potente que pudo montar el Ford Capri, un propulsor con 160 CV que era el primer con inyección de combustible en producción desde el RS2600. Esta versión, la más potente, rápida y deportiva, fue la que muchos de los especialistas en preparaciones usaron para sus trabajos. Por ejemplo, Zakspeed en Alemania puso en circulación el Capri 2.8 RS Turbo, que anunciaba 190 CV y lucía una carrocería ensanchada con algunos elementos aerodinámicos de Ford Motorsport.
Otro ejemplo de preparaciones sobre el Capri 2.0 Injection es el Tickford Capri Turbo, quizá una de las creaciones más bestias sobre “el Mustang europeo” sin contar, claro está, las versiones de competición ni el Capri de Turbo Technics con 230 CV. De hecho, el Tickford Capri Turbo está considerado como uno de los mejores trabajos de Tickford y hoy día, es de los Capri más buscados siendo especialmente complicados de encontrar y caros. Se hicieron muy pocas unidades (se tenía planeadas 250 y sólo montaron 85), aunque hay aficionados que se han fabricado su propio Tickford a base de piezas y artesanía.
Una de las cosas llamativas de Tickford, por ejemplo, es que Aston Martin se hizo con su control en 1955 y la transformó en una consultoría de ingeniería especializada en el desarrollo de modelos de otras marcas (llegaron a colaborar con Cosworth en el desarrollo del Sierra RS500 o en el desarrollo del MG Maestro Turbo). Por entonces, Aston Martin todavía estaba dirigida por David Brown, quien se llevó la producción de la firma a las instalaciones de Tickford, en Tickford Street, Newport Pagnell.
La fabricación del Tickford Capri turbo eran especialmente cara, porque muchas de sus modificaciones se realizaban a mano, ralentizando la producción y por tanto, elevando el precio. Sin embargo, con una imagen tremendamente ochentera, las prestaciones de esta creación sobre el Capri 2.8 Injection son respetables.
Todas las modificaciones exteriores se hacían pensando en la aerodinámica, que a pesar de tener un frontal totalmente recto, mejoraban ligeramente respecto a un Capri normal. Incluso las llantas estaban pensadas para un buen flujo aerodinámico y tenían unos embellecedores o tapas de tipo lenticular, un “bodykit” diseñado por Simon Saunders, diseñador del Airel Atom.
Bajo el capó estaba lo mejor del coche, un motor con 205 CV cuya mayor modificación fue la instalación de un turbo IHI. La suspensión también era específica, pensada para poder gestionar mejor el aumento de potencia respecto al modelo de origen. Hay que tener en cuenta que el Tickford Capri Turbo alcanzaba los 220 km/h y podía acelerar de 0 a 96 km/h (0 a 60 mph) en 6,7 segundos.
Entre las curiosidades, es posible que buscando por internet veas unidades con el logo de Ford y otras con las alas de Aston Martin. Esto se debe a que las primeras unidades se montaron con el logo americano porque se esperaba que fuera una versión “oficial” vendida en los propios concesionarios de Ford, ya que se contaba con el apoyo de la marca. Pero la producción era muy cara y se pensó que no habría clientes interesados en un Capri “mejorado” por ese precio.
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