Heredero de la gran fortuna de su abuelo, Joseph Dubonnet, fundador de la firma de vermut francesa que lleva su nombre, André Dubonnet fue conocido por sus aventuras y su pasado como aviador durante la Primera Guerra Mundial. Personaje de la “jet” francesa de las primeras décadas del siglo pasado, su nombre era comúnmente conocido tanto por su actividad personal como por su actividad pública.
Dubonnet nació en Paris en julio de 1897. Cuando se inició la guerra de 1914, contaba con apenas 17 años de edad, aunque sus labores durante el servicio militar fueron como artillero, pronto pasó a formar parte de ejército del aire francés como piloto de aviación, como miembro de la popular escuadrilla “Cicogne” (Ciguëña). Una labor cargada en aquellos momentos de gran épica, máxime cuando se le atribuyen hechos heroicos como las seis victorias en duelo con el enemigo que logró volando con un SPAD XIII —dotado con un motor estacionario de origen Hispano Suiza. En 2018, compartió dos de tres victorias adicionales con Frank Baylies y otra adicional con Fernand Henri Chavannnes con cuya colaboración abatieron un globo de observación el 13 de junio de aquel mismo año. Otras dos victorias le llegarían en agosto de aquel mismo año, en colaboración con Joseph de Sevin y el Capitan Battle.
Al finalizar la contienda, Dubonnet transformó su aureola como héroe de guerra con el prestigio y la fama que adquirió con su espíritu aventurero y deportivo. Así, durante la década de los años 20 compitió en las Olimpiadas en la especialidad de Trineo Olímpico, y acrecentó su fama y prestigio de “playboy” de la época participando en distintas competiciones de automóviles, corriendo para marcas como Bugatti e Hispano Suiza.
De su ajetreada vida también dan cuenta sus tres matrimonios, en 1922, 1932 y 1936, con Claude Sampieri, hija de nobles y acaudalados franceses, Xenia Howard-Johnston, de quien enviudaría, y la norteamericana Ruth Obre, quien le abriría la puerta de General Motors gracias a su amistad con Alfred P. Sloan, el padre de la “obsolescencia programada”. Todo ello antes de que en a comienzos de 1936 fuera nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa.
Dubonnet y su aportación al mundo del automóvil
Sin embargo, pese a una vida tan ajetreada y variopinta, a André Dubonnet también se le conoce por ser uno de los grandes “agitadores” del sector del automóvil durante las primeras décadas del pasado siglo. En un momento en el que los grandes fabricantes producían las bases rodantes de los vehículos y los carroceros se ocupaban de dotar a los vehículos con formas y capacidades de todo tipo, la visión de Dubonnet sobre lo que realmente importaba en los coches para obtener de ellos las mejores condiciones y rendimientos daba pie a modelos y productos ciertamente particulares.
Su visión del mundo del automóvil no sólo le llevó a producir vehículos de todo tipo, también invirtió buena parte de su fortuna en el desarrollo de determinados inventos, como un eficaz y exitoso sistema de suspensión (Systeme Dubonnet) que se volvió especialmente popular durante los años 30 y 40 del siglo XX, y que comercializo en colaboración con General Motors.
Aquel sistema configuraba un conjunto de suspensión independiente y de guiado del vehículo en el que se empleaban brazos de guiado en el que las hasta entonces tradicionales ballestas se reemplazaban por muelles helicoidales. La suspensión estaba elaborada a partir de un eje rígido sobre cuyos extremos pivotaban tanto las articulaciones de la dirección como las de la suspensión. El sistema se completaba con los ya mencionados resortes helicoidales y con amortiguadores dispuestos por dentro de un compartimento sellado que permitía mantener estos tanto lubricados como protegidos. Así se evitaban las temibles fugas de lubricante que tanto afectaban por entonces tanto a la durabilidad de los componentes como del guiado del coche.
Aunque fue General Motors el principal socio de Dubonnet en el desarrollo y de comercialización de la suspensión, otros fabricantes como Fiat, Alfa Romeo, Simca e Iso Rivolta también lo llegaron a utilizar bajo la denominación “Knee-action Ride” (Rótula de acción de guiado). El sistema se utilizó tanto en modelos americanos como europeos, donde estuvo presente en coches como los Vauxhall 12, 14 y Velox de los años 35 a 38 y 1949, respectivamente, el Alfa P3 Tipo B o los Hispano Suiza Xenia o este Torpedo que ahora nos ocupa, entre otros muchos modelos.
Como carrocero, Dubonnet tenía claro que el uso de materiales únicos facilitaba la atemporalidad de sus diseños, pero también era muy consciente de que para favorecer su mayor capacidad y rendimiento era preciso dotarles de la mayor ligereza posible. Su pasado como aviador le había permitido disfrutar de amplias experiencias en este sentido y de las grandes ventajas que los diseños ligeros aportaban a la maniobrabilidad.
Dubonnet sabía apreciar las notables ventajas que una conducción ligera aportaba y por esta razón quiso siempre dotar a sus modelos de la mayor ligereza posible. En ellos partía prácticamente siempre de combinaciones de chasis y motor creadas por Hispano Suiza. La razón de ello también procede de su pasado aeronáutico, donde la fiabilidad de los motores de la marca española nunca le dejó tirado durante la contienda. Al contrario, le sirvieron para destacar en los combates, especialmente con el fiable motor estacionario 8BEa de la marca que montaba su biplano SPAD XIII.
La gran creación de Dubonnet, el Torpedo, a subasta
Buscando combinar la eficacia del conjunto chasis y motor de Hispano Suiza con las mejores condiciones de ligereza posible, Dubonnet decidió producir un vehículo que sin duda se ha convertido en una de las joyas sobre ruedas más raras y bellas de la historia de la automoción, su “Torpedo” Hispano Suiza H6C Nieuport Tulipwood. Sin duda, toda una obra maestra de la artesanía del automóvil de la primera mitad del siglo XX.
Dotado tanto de una atractiva y muy dinámica imagen como de un rendimiento descomunal para su época, el “Torpedo” Dubonnet de 1924 ha formado parte de varias colecciones privadas a lo largo de prácticamente los últimos 100 años y va a ser una de las grandes estrellas de la espectacular subasta de vehículos que RM Sothebys va a organizar con motivo de la edición 2022 de la Semana del Automóvil de Monterrey (California, EE.UU) que se celebrará durante los próximos días 18 al 20 de agosto en la pequeña y agradable localidad de la costa californiana.
Esta edición de la popular subasta congrega a un total de 48 exclusivas unidades de marcas y carroceros de prestigio. Lotes de marcas como Alfa Romeo, Bugatti, Rolls Royce, Hispano Suiza, Issota con modelos firmados por carroceros y especialistas como Zagato, Saoutchik, Gangloff, Filoni & Falaschi, entre los cuales hay dos que van a brillar con luz propia como son una unidad del Mercedes 540 K Special Roadster carrozada especialmente en su día por Mercedes para el Rey de Afganistán y este muy especial “Torpedo” Hispano Suiza H6C Nieuport Tulipwood de 1924 que Dubonnet creó directamente para hacerlo competir.
No en vano, su motor de seis cilindros en línea y 8.0 litros de capacidad entregaba unos nada despreciables 200 CV de potencia máxima sorprendía notablemente sus principales rivales del momento por las elevadas prestaciones que ofrecía. Aunque el verdadero secreto se ocultaba en la gran ligereza que ofrecía su carrocería de madera de caoba.
Finalizada la Primera Guerra Mundial, Dubonnet retoma su actividad como carrocero. Para ello compra un Hispano Suiza H6 con el que tras prepararlo adecuadamente compite en la Coupe Georges Boillot de 1921, donde consigue alzarse con una sólida victoria frente a sus rivales. Aquel mismo año también lograría imponerse en al Gran Premio Touring Car italiano. Tras otros triunfos de menor enjundia, la racha concluiría en 1922 cuando mientras disputaba la II edición de la Georges Boillot, estrelló su Hispano Suiza H6 contra un árbol mientras marchaba al frente de la clasificación de la carrera.
En octubre de aquel mismo año, lograba nuevamente la victoria con un Hispano Suiza con motor de 9.4 litros de capacidad, tanto en el Gran Premio de otoño que se celebraba en Monza, como en el I Gran Premio de Turismos celebrado en el circuito de Lasarte en San Sebastián.
Tras estos triunfos llegaría el lanzamiento, en 1924 del “Torpedo” Hispano Suiza H6C Nieuport Tulipwood. Obsesionado con su idea de alcanzar la máxima ligereza, Dubonnet une fuerzas con Nieuport, un especialista aeronáutico francés al que convence con su idea de producir una ultraligera carrocería de madera para reducir el peso del coche y favorecer el máximo rendimiento posible sobre el asfalto. Bajo la atenta supervisión de Dubonnet, Nieuport elabora una sólida y resistente carrocería de madera en caoba Tulipwood, una variante originaria de una zona de Brasil que además de resistencia y ligereza ofrece una apariencia realmente original y altamente visual al vehículo gracias a la curiosa variedad de tonalidades que ofrece (amarillos, rojos, naranjas y rosados). Elástica y muy resistente a la compresión, ofrece una gran dureza y densidad.
Los trabajos conjuntos de Nieuport y Dubonnet en el diseño y producción de las distintas piezas y componentes de la carrocería permiten obtener un conjunto que apenas pesa unas 150 a 200 libras en total (unos 68 a 90 kilos) que, al igual que las actuales estructuras de fibra de carbono de algunos vehículos de competición, puede ser levantada por dos hombres. Para lograrlo, tras tratar convenientemente las maderas, los ingenieros y diseñadores de Dubonnet, optaron por remachar los listones de la carrocería de Tulipwood mediante conexiones de cobre el carrozado al chasis procedente de Hispano Suiza.
Dotado de un atractivo y muy dinámico diseño a base de curvas fluidas que se extiende desde la delantera hacia la trasera a partir de la gran parrilla del radiador, que se ubica en una posición más baja de lo habitual, Dubonnet y Nieuport van variando determinados detalles de diseño en función de la competición a la que acuden. Así, para su participación en la Targa Fiorio de 1924, el Torpedo estaba configurado sin contar con guardabarros.
Rápidamente, el Dubonnet se convierte en uno de los grandes rivales de los súper-vitaminados Mercedes Benz sobrealimentados con los que la marca de la estrella competía en aquella época, firmando duelos de gran belleza y emoción en distintas pruebas del momento gracias al muy dinámico rendimiento que el Torpedo ofrecía en la pista. Sin embargo, los triunfos esta vez se le resisten. Acabó 6º en la Targa Fiorio de 1924 y alcanzó un muy meritorio 5º puesto en la Copa Fiorio de ese mismo año.
Dubonnet no conseguiría muchos más triunfos con sus modelos, aunque comercialmente si destacó con sus creaciones. Tras el Torpedo llegaría el espectacular y muy aerodinámico Hispano Suiza H6B Xenia que elaboró con Saoutchik y que fue bautizado a modo de homenaje con el nombre de su por entonces recién fallecida segunda mujer. Un coche de aspecto impresionante y muy adelantado para su tiempo en el que ya se incorpora el anticipo de la futura suspensión que Dubonnet desarrollaría.
Dubonnet disfrutaría de una larga vida creativa. No era ingeniero, pero si un conocedor del automóvil cuyas obras siempre llamaron la atención por lo original, extravagante y arriesgado de sus diseños. Falleció a inicios de 1980 cuando —según contaba en su obituario la revista Time— trabajaba en un interesante proyecto que representaba una temprana incursión del aprovechamiento de la energía solar para su uso en el automóvil.
Ahora, su figura vuelve nuevamente a la actualidad con la salida a subasta de su popular coche “de madera” como cabeza de cartel de la Masterworks of Design que se celebrará con motivo de la subasta de RM Sothebys del 18 al 20 de agosto en la Semana del Automóvil de Monterrey, donde los especialistas calculan que el coche puede alcanzar un precio que oscilará entre los 8 y los 12 millones de euros.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.