Es un lujo. Una de esas rarezas que hay por el mundo y que no debes dejar de visitar. Menos aún si —como es el caso de cuantos van a leer estas líneas— eres un aficionado al automóvil. Es Torre Loizaga, acoge la mayor colección de Rolls Royce de Europa y está aquí, en España.
En breve, es de prever que podamos nuevamente viajar y disfrutar de nuestras aficiones. Y si te gusta conducir y te apasionan los automóviles una de esas atractivas experiencias que pueden llenar alguno de tus próximos fines de semana es sin duda esta que te proponemos. Un destino ciertamente sorprendente que, si eres habitual seguidor de este blog puede que ya conozcas, pero que para muchos sigue siendo un tesoro que han de descubrir: Torre Loizaga
María López-Tapia ha conseguido, tras un arduo trabajo de comunicación, poner en el mapa Galdames y su complejo de Torre Loizaga
Pocos destinos puedes encontrar en España en los que disponer de una oferta tan amplia sobre cultura del automóvil que además puedas combinar con el siempre impresionante atractivo que tiene viajar por el País Vasco donde siempre puedes aprovechar para disfrutar de otras muchas inolvidables experiencias en materia gastronómica, visual, cultural…
Torre Loizaga está a apenas 30 minutos del centro de Bilbao. “Mucho menos tiempo en coche del que algunos tardan en ir todos los días a su trabajo en ciudades como Madrid”, nos comenta María López-Tapia, responsable de comunicación de Torre Loizaga. Por la BI 636 o por la A8, vayas por donde vayas desde Bilbao, apenas tienes que recorrer 31 km para llegar a Torre Loizaga, un enclave único donde naturaleza, arte e historia se funden en una milenaria realización que tiene en la recreación de una fortaleza del siglo XIV su principal exponente de cara a la posteridad y en su contenido un emotivo recuerdo a lo que ha sido la historia del automóvil en general y de una marca, Rolls Royce, en particular, durante algo más de cien años.
Si visitas Bilbao y te gustan los coches, Torre Loizaga es una visita obligada. Perder una mañana o una tarde en visitarla es una obligación para cualquier amante del automóvil y ha de convertirse en una peregrinación para quienes especialmente tienen pasión por los vehículos clásicos e históricos. Si no existiera, habría que crearla, pero eso sería completamente imposible, porque este tipo de cosas únicamente salen adelante por el impulso y el empeño personal de gente muy especial, gente que convierte estos proyectos en el empeño de su vida, como fue el caso de su creador, el empresario vasco Miguel de la Vía.
Torre Loizaga se levanta orgullosa en pleno centro de la comarca de Las Encartaciones, conformando una auténtica sorpresa que surge así, de repente, en mitad del espectacular paisaje que conforma la continua sucesión de montañas del País Vasco, para pintar un idílico paisaje en torno a la Torre y al insólito contenido que sus muros albergan.
Torre Loizaga es un sueño. Concretamente, el sueño de Miguel de la Vía, una de esas personas emprendedoras dotadas de un innegable sentimiento artístico, que han sabido convertir sus aficiones en proyectos que perduran más allá de su propia existencia. En su caso, él supo dar forma tanto al continente como al contenido de su espectacular museo. Porque si espectacular es el emplazamiento, más aún lo es la impresionante colección que el constructor vasco reunió en vida, una de las mejores y más completas que existen en todo el mundo sobre la marca Rolls Royce y prácticamente la única en la que se pueden contemplar de manera conjunta todas las versiones producidas de su modelo tope de gama: el Phantom.
De fortaleza del s XIV a bastión eterno del automóvil
En el siglo XIV, los habitantes de la comarca de Las Encartaciones situadas en lo que hoy es Vizcaya (País Vasco) sufrían lo que según distintos historiadores se ha denominado como luchas de bandas, de banderas o de poder. De ahí, que por toda la zona fuera bastante común levantar construcciones amuralladas y torres que permitieran defenderse a habitantes de estas tierras de las agresiones. Lo que hoy es Torre Loizaga corresponde a la torre que en su día levantó la familia de los Ochoa García de Loizaga, un linaje llegado de Guipúzcoa que se estableció allí, en el concejo de Galdames.
Con el pasar de los siglos, y al igual que sucedió con casi todas las torres, torre Loizaga también fue desmochada quedando en pie apenas una parte de la misma, básicamente cuatro muros y una techumbre que, tras un incendio en el siglo XIX, quedó prácticamente arrasada. Apenas unos andamios mal puestos en un paraje perdido entre la naturaleza aunque bien situado en la antigua ruta de Balmaseda hacia el exterior, hacia la costa.
Así se mantuvo hasta que, a principios de los años 80 del pasado siglo, Miguel de la Vía, nacido en Galdames, decidió rescatar aquellos muros donde jugó en su niñez para levantar lo que hoy conocemos como Torre Loizaga. Constructor, fue él mismo quien con su especial sensibilidad, diseñó y dibujó los planos de la reconstrucción de la Torre armado simplemente de lápiz y papel para mostrar a su hermana lo que tenía en mente. Tres décadas después, Torre Loizaga es exactamente lo que él soñó y sigue mejorando día a dia en función de lo que él imaginó.
“Además de un notable espíritu artístico (pintaba, tocaba el piano, …), Miguel —nos comenta María López Tapia—tenía muy claro lo que quería construir aquí. Él mismo diseñó a lápiz los planos de la torre, y todo cuanto quería construir. En su momento, el proyecto ya se antojaba increíble y mucho más ambicioso de lo que a primera vista parecía, pero era su sueño. En 1985 comenzaron los trabajos. Lo hizo siguiendo un estricto orden. Comenzó por los cuatro muros que conforman la Torre y luego, de dentro a fuera, le siguió el resto. Hoy en día se percibe la parte original y la parte añadida, porque él quiso que se notara la diferencia entre los vestigios históricos y los elementos añadidos».
“Para levantar los 25 metros de altura que tiene la Torre —nos comenta María—, Miguel trajo una cuadrilla de 45 maestros canteros gallegos para trabajar las piedras de manera completamente artesanal. Aun así, la Torre se levantó sobre sus propias ruinas en un tiempo récord para la época. Y, a partir de ahí, ya se fueron añadiendo sucesivamente los distintos pabellones que han ido otorgando al conjunto una forma más parecida a la de un castillo, hasta conformar —como dicen algunos historiadores de la zona— una reconstrucción en clave romántica de cuanto tuvo que ser en su día originalmente la Torre Loizaga o, cuanto menos, de lo que pudo llegar a haber sido”.
La obra dura mas o menos 10 años. Hasta configurar un proyecto único, pues a día de hoy en toda la comarca de Las Encartaciones ninguna otra torre ha sido objeto de una recuperación semejante a la de Torre Loizaga. Una reconstrucción llevada con total discreción, tal y como el propio Miguel de la Vía condujo su vida.
Pasión por el automóvil
Al inicio de estas líneas, comentábamos que Torre Loizaga era el resultado de dos de las grandes pasiones que Miguel de la Vía cultivó a lo largo de su vida. Como hemos visto, la obsesión por construir y recuperar la historia levantó las paredes de Torre Loizaga, nos queda por ver cuanto alberga su interior, donde la otra gran pasión del emprendedor empresario vasco es la gran protagonista.
“Torre Loizaga es, básicamente, el legado de mi tío Miguel. Mientras se reconstruía la Torre, en su interior un museo de coches fue tomando forma simultáneamente a medida que las obras avanzaban”, nos comenta María López-Tapia. Sin duda, todo ello fruto de un esfuerzo inversor a título personal increíble. “Él ya tenía una colección particular previa antes de dar comienzo a la reconstrucción —comenta María—, por entonces ya tendría unos 9 ó 10 coches”.
Según la directora de Comunicación y Relaciones públicas de Torre Loizaga, “No sabría decirte exactamente de donde le vino la afición por los coches a mi Tío Miguel. Desde muy pequeño ya sentía auténtica pasión por los coches. Por todos, independientemente de la marca o del tipo que fueran. Aprendió a conducir muy de niño y, al menos hasta donde mi recuerdo alcanza, siempre tuvo grandes coches que conducía a diario indistintamente. Modelos maravillosos que apenas se veían por aquel entonces por España. Siempre tuvo 6 o 7 coches de ese estilo, coches deportivos y de lujo, de gran prestigio.”
Y si difícil es conocer de donde le vino la pasión por los coches, más aún lo es saber por qué finalmente orientó su afición a coleccionar modelos de Rolls Royce antes que de otros fabricantes.
“Cuando compró los terrenos de la Torre, Miguel ya tenía un Rolls Royce Silver Shadow de los años 70. Un modelo utilizaba personalmente para desplazarse y que, de hecho, fue el coche personal de mi abuela para sus desplazamientos. Por esta razón —añade María— , iniciadas las obras Miguel compró otro Rolls, un Silver Racer procedente de Sudáfrica que perteneció a la Casa Real Británica, al que poco después se le sumó una tercera unidad de la marca, un Silver Cloud. Quizás fue entonces cuando la volcánica personalidad de Miguel de la Vía decidió crear la colección. Y tal fue su empuje que, finalmente, aquellas tres primeras unidades fueron el germen de lo que hoy es una de las mejores colecciones mundiales de modelos Rolls Royce, en la que están presentes todos los modelos de la marca, incluido el Phantom IV, quizás el más complicado de conseguir de cuantos hay”.
Hoy, Torre Loizaga es una de las mejores colecciones mundiales de Rolls Royce. Al menos es la más completa en toda Europa y está entre la cuatro o cinco mejores a escala global. Y, como museo del automóvil, se ha convertido en uno de los puntos de referencia claves donde poder contemplar de seguido la evolución de una marca tan prestigiosa como Rolls Royce.
Según nos indica María “queremos convertirnos en una referencia internacional en cuanto a memoria de la automoción se refiere. Captar mucho más público, tanto nacional como internacional, y organizar eventos de referencia en el mundo de la automoción como de otros sectores, manteniendo la imagen de clase y elegancia que nuestros modelos atesoran. Uno de nuestros objetivos actuales es el de llegar a crear un concurso de elegancia que sirva de referente y que sitúe a Torre Loizaga como uno de los hitos de calidad en el calendario internacional”.
“Es una labor que queremos desarrollar a medio y largo plazo. Crear un evento importante para el País Vasco, para España y para Europa, en un enclave único y completamente excepcional como es, especialmente por su cercanía con Francia e Inglaterra, Torre Loizaga. Para ello, vamos a darnos a conocer la Torre en otros concursos de elegancia, como el que próximamente se va a celebrar en Biarritz, hemos participado en ferias como Retro Clásica Bilbao, donde nuestro stand fue uno de los más visitados para contemplar el Phantom II que allí expusimos. También queremos colaborar con la exposición “Arte y Automóvil” que se está organizando en el Guggenheim de Bilbao para 2022, con Norman Foster como comisario, cediendo algunos coches para la misma».
Mucho trabajo por hacer
La colección histórica de modelos de Rolls Royce abarca desde los comienzos de la marca hace casi 120 años hasta 1990, apenas unos años antes de que en 1994 el Grupo BMW comprara Rolls Royce. El último modelo que se adquiere para completar la colección, un Silver Ghost de 1913, se compra poco antes del fallecimiento de Miguel de la Vía en septiembre de 2009. “La colección está compuesta por 45 modelos Rolls Royce que comparten su espacio con otros 35 modelos de diferentes marcas y épocas para conformar una visión de lo más completa sobre la evolución durante el siglo XX de la máquina que ha movido el mundo».
A la muerte de Miguel de la Vía, dos familias han cogido el testigo del fundador y se encargan de mantener vivo su legado, velando por el mantenimiento tanto de las instalaciones como de la impresionante colección de vehículos y objetos relacionados con el mundo de la automoción que fue capaz de reunir durante su vida. “Seguramente que él tendría muchas cosas más en mente, pero al fallecer, a nosotros nos toca de momento mantener vivo su legado y ver que podemos hacer en el futuro por mejorar su colección”, comenta María Lopez-Tapia.
“El proyecto de Torre Loizaga sigue muy vivo. Intentamos no sólo mantener, también ir mejorando en todo aquello que podemos tanto el museo como las instalaciones. Nos gustaría ampliarlo y poder contar en el futuro incluso con un hotel y un restaurante donde poder acoger a los visitantes. Sería sin duda la guinda del proyecto, porque es lo que todo el mundo nos pregunta. Rozaríamos la perfección. No lo descartamos. Por el momento contamos con extraordinarios servicios de catering y restauración de muy alta calidad para dar servicio a los eventos de todo tipo que organizamos tanto en la Torre como en el Museo”.
Un futuro en el que esperan también acercarse un poco más a la propia Rolls Royce con el fin de colaborar en la organización conjunta de eventos en torno a sus modelos históricos y “establecer algún tipo de vínculo o relación que pudiera beneficiarnos a ambos”. Hay que tener en cuenta que en la colección, “todos los vehículos que la componen están en orden de marcha. Normalmente no organizamos salidas con ellos, puesto que bastantes de ellos son modelos centenarios, auténticas piezas de museo, para las que no hay repuestos originales con los que poder repararlos, por lo que no podemos permitirnos posibles incidentes o averías en ellos —comenta María López-tapia—. Eso no impide que, regularmente, los saquemos para hacerlos rodar por los terrenos del museo y que los visitantes puedan ver alguno de ellos en acción».
«Además, y a petición de muchos visitantes, hemos habilitado una zona de taller para que pueda visitarse y conocer el atelier donde se efectúan las operaciones de mantenimiento y reparación en los distintos coches que componen la colección. Estos se encuentran permanentemente en revisión y restauración, porque así lo exige su mantenimiento. Cuando uno sale del taller entra otro y así sucesivamente. Van rotando. Igual que antes de enviar un coche a un concurso o una exposición también hay que prepararlo y verificar su estado correctamente”.
“Hay que pensar que en la gran mayoría de los casos se trata de coches auténticamente increíbles —sigue María—. Porque eso de sentarte en muchos de los que hay con más de 100 años y que arranque de primeras es increíble. Una maravilla. Y, más aún que, curiosamente, sean siempre los modelos más modernos los que más problemas dan».
Aunque sin duda lo más relevante de Torre Loizaga es su colección de modelos Rolls Royce y, en particular, la completa serie de las distintas versiones de los Phantom, la colección de Torre Loizaga también destaca por muchas de las más de 30 unidades de modelos de otras marcas que allí se pueden contemplar. Modelos entre los cuales también hay de todo. Desde vehículos centenarios como, por ejemplo, el más antiguo de la colección un Ander Runabout de 1898 con palanca en lugar de volante, prácticamente un coche de caballos motorizado. Un modelo que, en su día, formó parte de la colección particular del gran rey sin corona de la Fórmula 1, Sir Stirling Moss.
Junto a él, otros modelos también centenarios de marcas como los Peugeot, Renault, De Dion Bouton de los primeros años del pasado siglo, o varios Hispano Suiza, entre los cuales hay uno de 1936 carrozado por Van Vooren, o el Issota Fraschini de 1928,… auténticas joyas que se codean con otros modelos más modernos que fueron utilizados por el propio Miguel de la Vía por las calles de Bilbao, como distintas unidades del Porsche 911, algún Mercedes Pagoda, Jaguar E-type, Ferrari Testarossa, Austin Healy, MG Roadster, un hermoso Lamborghini Countach… o incluso el modelo más curioso de la colección, un hermoso camión de bomberos que procede directamente de un Parque de Bomberos en Inglaterra.
Torre Loizaga abre sus puertas a los visitantes los sábados y domingos, reservando los días entre semana para la organización de todo tipo de eventos. En todo caso, siempre es útil llamar previamente para conocer si el museo está abierto o se encuentra cerrado al público debido a la celebración de algún evento de tipo privado. Para ello, puedes llamar al 672 248 759, contactar por correo electrónico en info@torreloizaga.com o a través de la página web torreloizaga.com
Torre Loizaga es el sueño que Miguel de la Vía construyó y ha legado a las futuras generaciones para permitirlas conocer mejor el desarrollo del automóvil desde prácticamente su nacimiento a finales del siglo XIX hasta los comienzos del siglo XXI. Una obra que debe perdurar y en la que todos podemos poner esos granitos de arena que permitan mantener en pie la Torre y sus pabellones otros 100 años más. Visitarla y dejar nuestro granito de arena junto a los grandes bloques de piedra de la Torre y su conjunto arquitectónico es sin duda una labor gratificante que apenas nos llevará unas gratificantes horas durante un viaje a Bilbao o al País Vasco. Un viaje que además de los ya de por sí placenteros contenidos gastronómicos y culturales que estas recias tierras ofrecen, ahora ya sabemos que también tienen un enorme atractivo en cuanto al mundo del automóvil se refiere.
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