¿Sería posible pensar hoy en un IndyCar corriendo contra 20 monoplazas de Fórmula 1 en una carrera del campeonato mundial?. Salvando las distancias de los años transcurridos, y cómo han evolucionado ambos campeonatos, algo similar ocurrió cuando el campeonato de Fórmula 1 llevaba apenas una década de existencia.
Fue en el Gran Premio de Estados Unidos, en 1959, la primera edición de este evento bajo el reglamento de Fórmula 1, y la única disputada, hasta ahora, en el estado de Florida. Más específicamente en el circuito de Sebring. Este circuito, hoy en día, es uno de los más importantes del automovilismo norteamericano. Entre 1950 y 1960, las prestigiosas 500 Millas de Indianápolis fueron parte del calendario de la Fórmula 1, a pesar de no respetar su reglamento. Fueron solamente unas excepciones las participaciones de pilotos y equipos habituales del campeonato mundial que asistieron a Indianápolis. Pero ese año se llevaría a cabo el primer GP de Estados Unidos y, por decirlo de una manera, la primera carrera de Fórmula 1 auténtica en suelo estadounidense.
Antiguamente, no era extraño ver coches que no eran de Fórmula 1 pero que, con algunas pequeñas modificaciones, se adaptaban a las normativas y corrían en Grandes Premios. Desde un Fórmula 3 con motor de dos cilindros, hasta deportivos de Porsche, pasando por Fórmula 2 y Fórmula 3000, existen llamativas historias en la primera parte de vida del mundial de Fórmula 1. La última vez que esto ocurrió fue en la temporada 1988, cuando Dallara no tuvo a tiempo su primer F1 y debió ingresar al GP inaugural con un F3000 para no recibir una multa. Sin embargo, el coche más extraño que ha sido parte de una carrera del campeonato mundial es el midget Kurtis Kraft-Offenhauser que utilizó Rodger Ward.
Ward era un destacado piloto de óvalos nacido en Kansas en 1921, que a lo largo de su carrera deportiva ganó en dos ocasiones la Indy 500 y fue bicampeón del Campeonato de Automóviles de USAC. En ese entonces, el campeonato de monoplazas más importante del país disputaba carreras tanto en óvalos de asfalto como de tierra. Para estos últimos, se utilizaban midgets, también conocidos como Dirt Champ Cars. Tras lograr en 1959 su primera victoria en Indianápolis, Ward fue invitado por el organizador del Gran Premio de Fórmula 1.
Este piloto había sido parte de dos competencias de Fórmula Libre (sin limitaciones en los vehículos participantes) en Lime Rock Park y Watkins Glen. El resultado del midget, monoplaza hecho para competir en óvalos de tierra, frente a automóviles de pista tradicional fue lo suficientemente bueno como para convencer a Ward de que era una buena idea llevarlo al Gran Premio. “Naturalmente yo sabía que llevar un midget a Sebring era una pérdida de tiempo si pensaba ganar la carrera o algo parecido. Pero después de vencer con un midget en Lime Rock a un montón de deportivos, quería desesperadamente hacer carreras en circuitos ruteros”, afirmó. Era el único estadounidense inscrito con un coche local, y estaba a punto de enfrentarse a los Cooper de Bruce McLaren, Jack Brabham y Stirling Moss y a los Ferrari de Tony Brooks, Phil Hill y Wolfgang von Trips, entre otros.
El coche más extraño que ha sido parte de una carrera del campeonato mundial de F1 es el midget Kurtis Kraft-Offenhauser que utilizó Rodger Ward
El Kurtis Kraft, de ya 11 años de competencia, obviamente tenía varias modificaciones para la carrera en Sebring: la suspensión para poder girar en curvas de ambas direcciones y el motor adaptado para la gasolina, entre otras, pero mantenía los frenos a palanca, llantas de 12 pulgadas y un sistema de marchas muy diferente a los F1. Tal vez la principal desventaja para correr el Gran Premio era que, al adaptarse al reglamento de Fórmula 1, debió reducir su potencia a 1.7 litros, lo que no fue necesario en la Fórmula Libre al no tener limitaciones.
La noche anterior al entrenamiento para el GP, el director de equipo John Cooper y los pilotos Jack Brabham y Bruce McLaren encontraron a Rodger Ward en un hotel en Sebring y él les comentó que estaba allí para conducir un midget. “Sebring tiene muchas curvas y podría tomarlas más rápido que cualquiera de los F1 y, aunque podrían ser más rápidos en las rectas, no tendrían oportunidad en las curvas”. Sin embargo, Ward estaba equivocado y luego de ver a los demás competidores practicar, afirmó: “Tengo que admitirlo, ¡esos «buggies» europeos son muy rápidos en curva!”. “En ese momento, seguía pareciendo una buena idea ingresar con el midget”, dijo en una entrevista años más tarde.
Rodger salió a entrenar con el número 1 en los laterales del Kurtis Kraft. Hasta dos décadas más tarde, en la Fórmula 1, la numeración para cada carrera la determinaba el organizador de la misma, y como era de esperar, en un evento estadounidense el número más privilegiado se lo llevó la estrella del país. Pero los resultados de esta tanda quitaron todas las esperanzas para el público local, y peor aun, cuando finalizó la clasificación para el Gran Premio. Ward había hecho un tiempo de 3.43:8 sobre el trazado floridano, cuando el tiempo de la pole position de Stirling Moss fue de 3.00:0. Esos casi 44 segundos significarían hoy en día que Ward no podría haber largado la carrera por superar el 107 % del tiempo de la pole (fue casi el 115 %), pero esa regla no fue aplicada hasta varías décadas después de aquella carrera.
Y esto no fue todo. En la carrera, tuvo problemas que lo retrasaron aún más, perdiendo varias vueltas con respecto a los líderes. Finalmente, tras 20 giros, el embrague se rompió y puso fin a esta aventura. Este midget, ni ningún otro, nunca más se atrevió a participar en un Gran Premio de Fórmula 1.
Pero este olvidable hecho en la carrera de Rodger no afectó para nada sus resultados. Consiguió decenas de victorias más en su país natal. Después de nuevamente ganar Indy 500 en 1962, Ward volvió a participar en un evento de Fórmula 1, el GP de Estados Unidos de 1963 en Watkins Glen, pero esta vez con un monoplaza real de F1, un Lotus-BRM. Clasificó 17° y se retiró antes de la mitad de la competencia.
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