Citroën, desde siempre, ha sido un fabricante que ha levantado toda clase de opiniones a lo largo de su historia, aunque por lo general con Citroën no hay medias tintas, o te gusta o le odias. Esto se debe a su particular personalidad y a que todos sus coches, al menos la gran mayoría, desprenden una enorme personalidad. Hay un modelo que representa a la perfección esto que decimos del amor y el odio, mezclado con la innovación y una fuerte personalidad: el Citroën Visa GTi.
El Citroën Visa es un coche muy importante para la marca y también lo fue para el antiguo grupo PSA –por las siglas de Peugeot Société Anonyme, actualmente dentro del Grupo Stellantis–. No vamos a entrar en muchos detalles, solo vamos a decir que en la década de los 70, tras adquirir Panhard en 1965, Citroën se vio en serios apuros tras el estallido de la crisis del petróleo. Esto hizo que Peugeot llegará y se hiciera con el control de la firma en 1975, creando PSA al año siguiente, en 1976.
Fue entonces cuando se comenzó a emplear las sinergias de grupo y a compartir piezas entre modelos. Aquel también fue el momento en el que Citroën comenzó a ofrecer automóviles menos arriesgados y más comerciales, con la intención de alcanzar a más usuarios y vender un mayor número de unidades al año. Muchos acusaron –y acusan– a Peugeot de haber “matado” a la auténtica Citroën y querer tan solo vender y vender coches. De lo primero no vamos a decir nada, la firma francesa sigue con su peculiar personalidad, en cuanto a lo segundo, si pensamos detenidamente las cosas, es de lo más lógico del mundo, ¿no? Es una empresa que vive de vender coches, ¿acaso no es lógico querer vender muchos coches?
Con esa intención, Peugeot comenzó a realizar cambios en Citroën y de esos cambios, el primer resultado fue el Visa, un coche del que apenas se ven unidades en ningún sitio, ni siquiera en concentraciones de clásicos, a pesar de ser un auténtico Citroën cuanto a diseño. Sin embargo, merece algo de atención por parte de los aficionados, pues resulta un coche muy importante para la marca, ya que fue el primer producto de Citroën bajo control de Peugeot. Si estás pensando en el Citroën LN como primer modelo de la marca dentro de PSA, sentimos decirte que, en realidad, ese coche un apaño que hizo Peugeot partiendo del 104 para cubrir mercado mientras desarrollaban el Visa. No es un Citroën, sino un Peugeot al que le cambiaron los logotipos.
El Visa era un auténtico Citroën, aunque empleaba muchas cosas compartidas, como la plataforma, que era la misma del Peugeot 104 de cinco puertas pero modificada para adaptarla a la marca, así como el eje delantero, la dirección y uno de los motores. Tanto la carrocería como los interiores eran 100% Citroën.
Se tardó mucho hasta que llegó el Visa GTi, de hecho, el GTi fue, por así decirlo, el canto del cisne del Citroën Visa. En 1981 se presentó un restyling del modelo, que adoptó un frontal que ha llegado hasta nuestros días en la incombustible Citroën C15 –sí, la C15 es un Citroën Visa desde el paragolpes delantero hasta el pilar B, que comienza la caja– y entre todas las versiones que se lanzaron tras la pequeña renovación, estaba el GTi, la mejor considerada de toda las que tuvo el Visa y la más apreciada actualmente. Ese amor-odio del que hablábamos, pues las versiones normales del Visa nadie las quiere, pero el Visa GTi o baja de los 8.000 euros en el mercado de coches clásicos…
El Citroën Visa GTi era un coche muy interesante. Escondía bajo el capó el motor 1.6 de 105 CV que montó la primera entrega del Peugeot 205 GTi –el Peugeot 205 cumple 40 años en 2023, por cierto–. Del 205 GTi también se tomó el eje delantero, lo que obligó a realizar cambios en ciertos apartados del chasis y en la carrocería, pues el eje era más ancho y tantos los anclajes como la carrocería no servía. En el primer caso, porque no podían sujetar el eje al coche, en el segundo, porque sobresalía por los lados. Así, se modificaron los soportes y se ensanchó la carrocería –con los típicos aletines de plástico–. Mientras tanto, el eje trasero era el mismo del resto de versiones y, por tanto, era mucho más estrecho que el delantero.
Poco después apareció una ligera renovación del Citroën Visa GTi, que montaba el motor de 115 CV que también usó el Peugeot 205 GTi, que mejoraba algunos argumentos del coche, como la elasticidad y la versatilidad. Pero el Visa GTi, además, era un coche rápido y también eficaz en curvas. Pesaba solo 870 kilos, así que 115 CV era más que suficientes.
Muchas de las unidades acabaron en los rallies, así que actualmente quedan muy pocas de serie en buen estado.
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