Una de las mejores épocas de Volkswagen, sin lugar a dudas, fue cuando Ferdinand Pïech dirigía las operaciones de la compañía. Durante ese tiempo, pudimos ver la mejor Volkswagen que veremos nunca, la más innovadora, la más atrevida, la que ofrecía coches de calidad y la que tenía una visión de la industria muy diferente a la actual. Fue entonces cuando se lanzaron al mercado algunos de los coches más interesantes de la marca, así como de otras marcas que Volkswagen acabó absorbiendo. Fueron buenos años que no van a volver nunca más.
Fue Pïech quien se empeñó en lanzar al mercado el Volkswagen Phaeton, uno de los mejores coches que ha hecho nunca la firma alemana, aunque luego no tuviera el éxito en ventas que realmente se merecía. ¿Sabías que muchas cosas del Phaeton se emplearon en generación del Audi A8 que coincidió con su comercialización y también el Volkswagen Bentley Continental GT? Esa época fue también cuando Volkswagen lanzó al mercado la caja de cambios automática DSG con doble embrague y otra serie de modelos como el SEAT León, el Audi A3 o el Volkswagen New Beetle.
Curiosamente, esos tres coches tenían muchas cosas en común, aunque cada uno estuviera pensado para un tipo de cliente diferente. Cosas en común que también se tenía con el Volkswagen Golf IV, una de las mejore generaciones del Golf por calidad de construcción y por las versiones disponibles, destacando, como siempre el GTI (sobre todo cuando recibió el motor 1.8 20vt con 180 CV) y el genial Volkswagen Golf R32. Este último se convirtió rápidamente en el objeto de deseo de todos los fanáticos del modelo, y razón tenían para soñar con él, ya que escondía un bloque V6 con 240 CV y tracción total.
Ese Golf R32 también tuvo un “hermano”, más redondeado y mucho más exclusivo (solo se hicieron 250 unidades), que resulta hoy día una auténtica rareza y un modelo del que nadie se acuerda. Una lástima, pues el Volkswagen New Beetle RSi, es uno de los coches más personales que ha lanzado la compañía alemana y, además, no es precisamente lento, pues se inspira en las versiones de la copa monomarca que se corría entonces con el New Beetle. De hecho, estéticamente es un calco de esos coches, copiando otros detalles como suspensiones o el talante marcadamente deportivo.
Un New Beetle vitaminado
Ferdinand Pïech, por aquellos años, estaba empeñado en hacer de Volkswagen uno de los mejores fabricantes de vehículos del mundo, algo que al final consiguió cumplir, aupando además a Volkswagen hasta el primer puesto en cuanto a cantidad de vehículos fabricados. Los alemanes superaron a Toyota como el mayor fabricante de vehículos del mundo, un puesto que, desde entonces, han seguido disputándose año tras año, aunque es cierto que ni Toyota ni Volkswagen son las mismas marcas que entonces.
El lanzamiento del New Beetle, como tantas otras cosas, fue idea de Pïech, que se materializó en 1998. Cuando este coche llegó al mercado, no era un modelo deportivo ni tampoco tenía como objetivo llegar a convencer a los fanáticos de los coches. Se puso en circulación para cubrir la demanda de coches “vintage” (más bien inspirados en coches míticos de antaño) que por entonces había comenzado a crecer. El coche fue un éxito en ventas e incluso llegó a montar motores V5 y el polifacético 1.8 20vt, aunque con ninguno de ellos se pretendía otorgar al New Beetle un talante deportivo.
Delante del habitáculo del New Beetle RSi habitaba el bloque VR6 con 3.2 litros de cubicaje, capaz de rendir 225 CV y 317 Nm de par
Sin embargo, Pïech tenía ideas muy locas y lo mejor de todo, es que las solía poner en práctica. Un día se le ocurrió que sería genial lanzar una versión de calle de los coches que competían en la compra monomarca que la marca había creado, el Beetle Cup y, además, sería todavía más genial que fueran lo más parecidos posible a los coches de la copa. Dicho y hecho, como ya sabéis, porque el Volkswagen New Beetle RSi es un coche de la Beetle Cup adaptado a su uso por vías públicas. Es uno de los coches más locos que ha fabricado Volkswagen.
Extremadamente caro
Durante la celebración del Salón del Automóvil de Ginebra del año 2000, Volkswagen sorprendió a todos con el New Beetle RSi, que se daba a conocer como un prototipo muy racing, siendo una de las principales novedades de aquel año. El coche era un espectáculo, un New Beetle hasta arriba de esteroides que había sido creado bajo la atenta mirada de la gente de Volkswagen Motorsport. Era muy radical, un Beetle EVO, si se permite el atrevimiento. Contaba con una carrocería 80 milímetros más ancha, nuevos paragolpes con formas más aerodinámicas y un enorme alerón trasero, acompañado de otro más pequeño sobre la luneta trasera. Todo ello procedente de la New Beetle Cup, como las llantas O.Z. Racing de 18 pulgadas.
Bajo su llamativa apariencia se escondía, casi, un Volkswagen Golf R32. Delante del habitáculo habitaba el bloque VR6 con 3.2 litros de cubicaje, capaz de rendir 225 CV y 317 Nm de par, que llegaban al suelo mediante un sistema de tracción total con diferencial Haldex y caja de cambios manual de seis relaciones. Básicamente, el mismo conjunto motor-transmisión del Golf R32, aunque este era algo más potente. Podía completar el sprint de 0 a 100 km/h en 6,4 segundos y anunciaba una velocidad máxima de 220 km/h. Era un Beetle muy salvaje, aunque hoy día, 20 años después, no resulte nada espectacular, sirva de ejemplo que sus prestaciones eran similares a las del Audi S3 de aquel momento.
Cuando se puso a la venta resultó un coche especialmente caro, rondando los 50.000 euros. Hoy día, se pueden encontrar unidades por 30.000 euros, aunque también hay quien pide más de 80.000 por la suya. Sin embargo, no es un coche muy buscado por los coleccionistas a pesar de su rareza, de su llamativo aspecto y de sus prestaciones. ¿Acabará siendo un coche de colección? Tiene los argumentos necesarios para ello, pero el tiempo lo dirá.
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