Volvo es un fabricante reconocido mundialmente por su interés por ofrecer coches extremadamente seguros. Su celo por la seguridad les ha llevado, en última instancia, a limitar la velocidad de sus modelos a 180 km/h de fábrica y además, en la marca están convencidos de que para eliminar por completo los accidentes de tráfico y, por tanto, los fallecidos, la manera más eficaz es el coche autónomo, eliminando de la ecuación el factor humano.
Es evidente que no es una forma de pensar que guste a todo el mundo, aunque como en todo, existen personas totalmente a favor de dicha idea y el principal perfil de compradores de Volvo, son personas a las que, en el fondo, el coche es un mero medio de transporte y por ende, no les importa ser llevados de un lado a otro. También es cierto que los clientes de Volvo también aprecian el lujo, el minimalismo y la calidad, características que dan forma a los modelos de Volvo actualmente.
Sin embargo, no siempre ha sido así, Volvo ha ofrecido, antaño, coches diseñados para ser conducidos y disfrutados, siempre sin menoscabo de la máxima seguridad posible en cada momento. Cuando se dice que Volvo fabrica los coches más seguros, es una verdad como un templo, porque siempre se han preocupado muchísimo de dicho apartado, incluso cuando ponían en circulación coches con talante dinámico y deportivo. ¿Acaso nadie se acuerda del Volvo 850 T5 R? Aquel coche hizo que la imagen que muchos tenían de la marca, cambiara por completo.
Volvo 850, un salto adelante en todos los sentidos
El Volvo 850 T5 R fue un coche especialmente importante para la firma sueca, sobre todo porque mostró a todo el mundo su capacidad para desarrollar motores turbo muy potentes. Tras ese modelo, el uso del turbo se volvió algo normal para la marca, siendo uno de los mayores especialistas en dicha tecnología. Hubo otras cosas importantes en este modelo, sobre todo porque el Volvo 850 fue el coche con el que la marca sueca entró de lleno en una nueva era, dejando atrás la propulsión en favor de la tracción delantera, cambió su lenguaje de diseño por otro menos cuadradote, aunque no se abandonó la característica línea recta, llegando a ser su principal seña de identidad estética incluso hoy día.
Seguramente, muchos estarán pensando ahora mismo que Volvo ya había empleado la tracción delantera en sus coches, y obviamente, tiene razón, porque la firma empleaba la tracción delantera en sus coches más pequeños, dejando la propulsión para los más grandes y caros. Con el 850 eso cambió, pasando todos a ser tracción delantera. Esta solución permitió que los ingenieros desarrollaran un eje trasero al que llamaron “Delta Link”, que ofrecía un pequeño efecto direccional mediante una deformación controlada de los elementos elásticos que tenían todo el conjunto de suspensión trasera. Fue la “magia” que volvió a los Volvo unos coches más ágiles de lo que habían sido nunca.
Otro detalle donde destacó el 850 fue en el diseño de su chasis. Como decíamos, Volvo siempre ha sido un fabricante cuyos directivos e ingenieros, se ha preocupado de forma importante por la seguridad y gracias a esa obsesión, los automóviles actuales son auténticos tanques. En el caso del Volvo 850, estrenó un chasis con zonas de deformación programada para absorber y redirigir las fuerzas que se generan en un impacto y añadió un sistema llamado SIPS (Side Impact Protection System), que fue realmente innovador. El chasis había sido desarrollado para absorber y repartir la energía provocada en un impacto lateral por toda la estructura del coche.
Seguridad, nuevo diseño más perfilado y menos cuadrado, sumando además nuevos motores que convirtieron al Volvo 850 en uno de los tracción delantera más potentes del momento (el otro era el SAAB 9000 Aero). En 1993 se integró en la gama de Volvo un motor de cinco cilindros cuyas versiones podían ir de los 170 a los 225 CV del Volvo 850 T5. En aquellos años todavía no había brotado la locura que llevó a los fabricantes a ofrecer coches con tracción delantera y 350 CV, que, por cierto, tuvo a uno de ellos, el Ford Focus RS, animado por un motor Volvo turbo de cinco cilindros y sí, alcanzó los 350 CV (en el Focus RS 500, la versión “normal” rendía 305 CV).
Con más de 240 CV, era el Volvo más potente jamás fabricado
Uno de los aspectos más llamativos del motor de cinco cilindros, era que estaba posicionado de forma transversal, es decir, a lo ancho en el vano motor. Era un motor bastante grande, con 2.5 litros de cubicaje en las versiones atmosféricas y 2.3 litros en las equipadas con turbo, que gracias a unos ligeros retoques, pasaba de los 225 CV del Volvo 850 T5, a los 240 CV del Volvo 850 T5 R. Pero no fue una obra de 100% Volvo, como en otras ocasiones, la división de ingeniería de Porsche dejó su marca.
No se hizo mucho en el motor, destacando la inclusión de una nueva ECU programada por Porsche, logrando extraer 243 CV a 5.600 revoluciones y un par de 300 Nm entre 2.000 y 5.600 revoluciones. El Volvo 850 T5 R, podía completar el sprint desde parado hasta los 100 km/h en 6,9 segundos, estando equipado con un cambio manual de cinco relaciones o bien, una automática de cuatro (la más vendida fue la manual), ambas puestas a punto también por Porsche.
Más adelante llegó el Volvo 850 R, que no debemos confundir con el T5 R. El 850 R era una evolución del 850 T5 R con unos inyectores de mayor flujo y un nuevo turbo, logrando extraer 250 CV y 350 Nm de par. Fue la base que usó la marca en competición, aquellos famosos familiares que sorprendieron a propios y extraños cuya elección se debía, básicamente, a su mejor aerodinámica. También merece la pena destacar que por aquellos años, Audi puso en circulación el RS2, un familiar de muy altos vuelos con ingeniería Porsche, haciendo que los deportivos camuflados de familiares se pusieran de moda.
En 1997 el volvo 850 su sometido a una renovación bastante profunda, dando lugar al Volvo C70, que sí, también tuvo una versión R, el Volvo C70 R, que contaba con el motor del 850 R de 250 CV y lo combinaba con un sistema de tracción total y con la carrocería familiar. Desde entonces, los familiares “cañeros” son una seña de identidad de Volvo, como también lo son de Audi.
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