Fue el primer BMW en producirse más allá de las fronteras de Alemania, el coche que inauguró la aventura americana del fabricante bávaro en su búsqueda de conquistar el continente que, por aquel entonces, más coches vendía y producía en el mundo. Toda una planta de producción de vehículos tuvo que ser creada para él, en Spartanbourg (Carolina del Sur, EE.UU.), una pequeña ciudad de apenas 40.000 habitantes y de su éxito iba a depender que otros modelos de la marca alemana siguieran sus pasos y dieran comienzo a su producción más allá del charco que separa Europa de América. Y todo eso fue hace tan sólo 25 años. Hablamos del nacimiento del BW Z3.
Cuando menos es curioso que el coche cumpla 25 años justo cuando quien lo estrenó está a punto de estrenar su vigésimo quinta película. Si, porque quien primero se dio un paseo a bordo del Z3 fue nada menos que Bond, James Bond, el agente 007, al que por aquel entonces comenzaba a interpretar Pierce Brosnam en Golden Eye. Todos habían sido largamente esperados. Bond, porque desde 1989, tras el fiasco de Timothy Dalton en el personaje, la franquicia entró en declive y se tomó unas largas vacaciones hasta 1995. Brosnam, porque si bien era el elegido por el público para interpretar al personaje tras su paso por la serie de televisión “Remingthon Steel”, no llegó al personaje hasta 1993 cuando ya en plena madurez firmó el contrato para hacer sus primeras tres películas como 007. Y el Z3 como el modelo que siguió la estela del Z1 en su como primer roadster de la marca bávara, un vehículo que apenas se mantuvo tres años en producción durante los cuales se fabricaron 8000 unidades y que dejo de fabricarse cuando, según el fabricante de Münich, había más de 35.000 pedidos del modelo.
La razón de tal desatino comercial hay que encontrarla precisamente en uno de los aspectos más originales que tenía el Z1: sus puertas laterales escamoteables, que fueron precisamente la principal causa de su cese de producción, dado que fueron declaradas ilegales en los Estados Unidos, el principal mercado que la marca aspiraba a conquistar con el lanzamiento del coche.
Así que el proyecto del relanzamiento del roadster se paralizó unos años en la marca bávara, pese a ser uno de los segmentos del mercado a los que el fabricante muniqués deseaba retornar con mayor insistencia, especialmente si tenemos en cuenta que llevaba prácticamente ausente del mismo desde principios de los años 50 cuando con el 507 coupé BMW alcanzó un gran éxito.
En todo caso, lo que no pasó inadvertido para BMW fue el verdadero motivo por el cual los americanos negaron a la marca la homologación del Z1. Las puertas escamoteables estaba claro que no eran la verdadera razón, sino la excusa encontrada para negar la posibilidad de comercializar el modelo. Los americanos buscaban que BMW se instalara en su territorio como fabricante, no sólo como importador de una amplia gama de coches de gran atractivo para sus compradores de coches. Y, finalmente, BMW aceptó el envite y creó una fabrica inicialmente pensada para dar entrada al nuevo Z3, pero por la cual ya han pasado una amplia lista de modelos, algunos de ellos —como el propio Z3, producidos en exclusiva para todos los mercados del mundo en los que la marca está presente.
Tanto el tema Bond como el establecimiento de BMW en Spartanbourg hizo del lanzamiento del Z3 todo un éxito en los Estados Unidos. De las 20 unidades previstas para la serie Bond Edition con la que se quería comenzar, se tuvo que incrementar el número de la misma a 100 ante la avalancha de pedidos que sufrió el departamento comercial. Y no fue suficiente, puesto que nada más iniciarse 1996, la producción prevista por la marca para ese año del modelo (15-000 unidades) ya estaba completamente vendida en firme.
Y es que el diseño de Joji Nagashima, creador también de las líneas de la exitosa Serie 5 E39 o del Serie 3 E90 habñia cautivado en el mercado. El largo morro del coche, su corta trasera, los fuertemente reducidos voladizos tanto delanteros como traseros y aquel puesto de conducción prácticamente situado sobre el eje trasero del coche, cautivaron a los compradores quienes soñaban en aquellos años con poder experimentar las sensaciones que la simple vista del Z3 transmitía. No en vano, Bond lo había elegido para reemplazar a su viejo Aston Martin DB5. Algo debería tener ¿no?
Han pasado ya nada menos que 25 años desde la presentación del Z3 y sus líneas siguen siendo las preferidas de muchos de los clubes de aficionados a los roadster del mundo gracias a la estética atemporal que sus líneas de diseño transmiten a cuantos posan el ojo sobre ellas.
Gracias a su diseño y, también, a la muy completa gama de motores y versiones que BMW produjo durante los años que el modelo se mantuvo en las líneas de fabricación de Spartantburg. En el momento de su lanzamiento al mercado, el Z3 se ofrecía con los entonces conocidos propulsores cuatro cilindros de 115 CV y 143 CV (M43B18 y M44ÇB19, respectivamente). Poco después, en 1997 llegaría el seis cilindros 2.8 litros de 193 CV (M52.B28), un motor inolvidable por su suave y a la vez potente funcionamiento. Ese mismo año, llegaría también al mercado una versión inolvidable, el Z3 Roadster con el motor 3.2 litros de 321 CV (S50B32), el mismo que montaba el M3 E36, con el cual el Z3 entro definitivamente en la categoría de los deportivos de altas prestaciones más apetecibles del mercado.
Apenas tres años después de su lanzamiento, en 1999, el Z3 ya había vendido 170.000 unidades para cuando actualizó su imagen con algunos leves retoques estéticos que reforzaron la imagen de su trasera haciéndola más musculosa y deportiva, dotándole de nuevas ópticas tanto delanteras como traseras para darle una imagen aún más sugerente y elegante y con la inclusión de nuevas opciones mecánicas con las que atraer a nuevos compradores al segmento. Motores como los 1.9 litros de 117 CV (M43B19), los seis cilindros de 2.0 litros y 150 CV (M52B20) y de 2.2 litros y 170 CV (M52B22), así como sus versiones más potentes y deportivas: los seis cilindros de 3.0 litros de 231 CV (M52B30 y el M 325 CV (S54B32).
Anticipando los retoques estéticos y de actualización de la gama, pocos meses antes BMW había anticipado parte de los mismos durante el verano de 1998 con el lanzamiento de la variante coupé del roadster, un vehículo claramente emparentado estéticamente con el 328 Sportcoupé con el que Huschke y Van Hanstein hicieran historia al lograr el triunfo en las Mille Miglia de 1940. De este modelo llegaron a producirse nada menos que 18.000 unidades, las cuales se han convertido todas ellas en un modelo de culto muy apreciado entre los coleccionistas y aficionados.
Por su carácter aún más exclusivo y prestacional, el Z3 Coupe únicamente se comercializó con propulsores de seis cilindros bajo su capó. Tuvo un 2,8i de 193 CV, un 3.0 i de 231 CV y dos versiones deportivas M con 321 y 325 CV de potencia máxima. Y todo ello se remató con una versión muy especial que se desarrolló sobre la base de un modelo único realizado por la división Motorsport de la marca como fue el Z3 M V12 dotada como su nombre indica con un propulsor de 12 cilindros en V que entregaba 326 CV y que fue un experimento del departamento de ingeniería para comprobar la capacidad que el vano motor del Z3 sería capaz de ofrecer. Lo que jamás llegaríamos a conocer sería el verdadero potencial que semejante monstruo podría llegar a ofrecer, pues la idea no siguió avanzando en su desarrollo.
La última unidad del Z3 salió de las líneas de producción de la factoría BMW de Spartanburg el 28 de junio de 2002. No fue adquirida por ningún comprador, sino que permanece expuesta en el pequeño museo existente en la factoría como homenaje al primer modelo producido en ella, un roadster pensado para pequeñas series pero cuyo diseño y rendimiento transmitía placer de conducción a raudales, hasta el punto de que aún hoy muchos aficionados al mundo del automóvil consideran al Z3 como un vehículo clásico pese a que aún hace tan solo 25 años que se lanzó al mercado.