Posiblemente, el nombre de Zender no te suene nada, a no ser que te guste el tuning y las modficaciones, en cuyo caso, sabrás que hablamos de un especialista alemán fundado en 1959 por Hans-Albert Zender. Sus primeros pasos fueron como empresa fabricante de accesorios, pero con el tiempo, amplió su radio de acción hasta los kits aerodinámicos para diferentes modelos y marcas, que es la faceta por la que más se conoce a esta empresa.
Como especialista en tunning, Zender no ha fabricado nunca un automóvil completo, al menos no en serie, pues contaba con una particularidad, y es que de vez en cuando, daba vida a un prototipo que se presentaba al público, con el cual, se buscaba demostrar las capacidades de desarrollo e ingeniería de la marca. No obstante, no tenían la capacidad para llevar a producción un coche al completo, ni tampoco podían ofrecer un servicio técnico a sus compradores, por lo que siempre se quedaba en un prototipo, en un coche único, que terminaba su vida en el almacén, en el garaje de algún coleccionista o desmantelado.
Uno de esos prototipos, uno de los más interesantes, se presentó en el Salón de Frankfurt de 1989 bajo el nombre de Zender FACT 4. Un coche que, como muchos otros, tenían una clara inspiración en el Lamborghini Countach. El modelo italiano, sin lugar a dudas, fue uno de los coches más impactantes de su tiempo, convirtiéndose en poco tiempo en un modelo icónico y en un objeto de deseo. Muchos diseñadores se fijaron en las formas que imaginó Marcello Gandini, dejando volar su imaginación para sus propios proyectos.
En esta ocasión fue Günter Zillner quien adoptó, hasta cierto punto, las líneas estrenadas en la década de los 70 por el Countach, pero sin llegar a crear una copia, mostrando una personalidad propia y una imagen que dejaba lugar a dudas: se estaba ante un automóvil muy potente y muy rápido. De hecho, la empresa afirma que de haber llegado a producción, su sprint hasta los 100 km/h desde parado habría estado por debajo de los cinco segundos. Sí, vale, hoy rebajan esa cifra coches de lo más variopinto (en Hyundai Kona N, por ejemplo, lo hace en poco más de cinco segundos), pero nos encontramos en 1989, era una muy buena cifra.
Soluciones muy poco comunes
Zender no era, como se ha comentado, fabricante de automóviles, sino de accesorios y kit aerodinámicos, y, por tanto, no tenía capacidad para desarrollar ciertos componentes, pero si tenía experiencia en otros apartados, como en la fabricación de componentes con materiales poco vistos como la fibra de carbono o el kevlar. A finales de los 90, la fibra de carbono y el kevlar estaban más relacionados con la competición, de hecho, la fibra de carbono no empezó a usarse seriamente en la Fórmula 1 hasta 1981, cuando McLaren presentó el McLaren MP4/1, el primer Fórmula 1 con chasis monocasco de fibra de carbono.
Así, la carrocería del Zender FACT 4 estaba fabricada con fibra de carbono y kevlar, destacando las puertas, las cuales, solo pesaban tres kilos cada una, una cifra difícil de creer incluso hoy día. Sin embargo, esas puertas eran el complemento de una carrocería que pesaba, tan solo, 55 kilos, gracias al empleo, como se ha dicho, de fibra de carbono y kevlar, pero también de otros materiales como la aramida.
Pero no solo destacó por el empleo de fibra de carbono y kevlar, sino por unas suspensiones pilotadas, que podían modificar la altura respecto al suelo en 30 milímetros, pero, sobre todo, por su chasis. Sí, el chasis del Zender FACT 4 estaba fabricado con fibra de carbono, algo fuera de lo común y que no se empleó en un modelo de producción hasta el lanzamiento del Bugatti EB110, el primer coche “de calle” con chasis monocasco de fibra de carbono. El peso total del conjunto era de solo 1.110 kilos.
Corazón alemán sobrealimentado
Teniendo un conjunto tan espectacular, el motor tenía que ofrecer algo similar en cuanto a prestaciones, así que no se complicaron en exceso y recurrieron a un propulsor V8 de origen Audi que, salido de las instalaciones del fabricante alemán, rendía 250 CV. No es una mala cifra, pero se quedaba corta para lo que buscaban en Zender, así que contactaron con el especialista en Audi, Lehman, para que extrajera la quintaesencia del propulsor.
En Lehman sabían muy bien como sacar jugo al propulsor: dos turbos y dos intercooler, con los cambios necesarios para que no reventara al primero apretón. El resultado fue un motor con 448 CV, con el que podía superar los 300 km/h y completar el sprint hasta los 100 km/h desde parado en 4,3 segundos. Para ello, el motor se acopló a un cambio manual con cinco relaciones, fabricado por ZF, que tenía un embrague bidisco asistido hidráulicamente. Los frenos corrían a cargo de Girling.
Por desgracia, tal y como hemos comentado, se quedó en eso, en un prototipo con el que Zender quería demostrar sus capacidades y sus conocimientos para trabajar con determinados materiales.
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