El BMW Serie 3 es uno de los modelos más importantes para la firma alemana, un éxito de ventas que sólo ha sido igualado por los SUV, en una clara muestra de la especie de locura mundial que rodea estos automóviles. Sin embargo, los SUV nunca lograrán tener el aura que atesora el sedán de la Bayerische, sobre todo si se trata del BMW M3 en cualquiera de sus generaciones.
Por lo general, cuando se habla del Serie 3, su variante más prestacional, el M3, es uno de los protagonistas de las conversaciones, sobre todo las iteraciones más antiguas, como el BMW M3 E30. No obstante, también existen otras versiones de las que se habla menos, pero, como ocurre en ocasiones, son igual de interesantes o quizá más, que el propio M3. Habrá quien piense que no hay nada más interesante que un M3 en la saga del modelo, pero como se suele decir, nunca llueve a gusto de todos.
Todos los coches de la división M de BMW, o casi todos –la mayoría– tienden a ser más especiales que el resto de la gama, tanto prestacionalmente como estéticamente hablando, pero no todos los modelos llevan la tan preciada letra M en su denominación. Hay creaciones, como el BMW 333i, que a pesar de ser un proyecto de BMW M, nadie sabría decirlo a no ser que conozcas el modelo. Y poca gente lo conoce más allá de los aficionados, pues resulta que solo se comercializó en Sudáfrica.
La división Sudafricana de BMW ha creado, a lo largo de los años, algunas versiones “fuera de serie” que muchos habrían querido tener por aquí. El BMW 333i es un ejemplo claro de lo que decimos, pues fue una de las versiones más prestacionales del E30, sin contar el M3, y eso que por cifras se quedaba bastante cerca.
Para su creación se partió del BMW 325i, al que se realizaron algunos cambios importantes. El más notable fue la sustitución del motor, el seis cilindros de 2,3 litros y aspiración natural –M20B23– de 170 CV, por el seis cilindros M20B32 que daba vida al BMW 733i E23 y que, con 3,2 litros de cubicaje, rendía 197 CV y 285 Nm de par. Esto le dejaba muy cerca del M3 E30 –cuatro cilindros, 2,3 litros y 200 CV– y por encima del M3 E30 con catalizador –que rendía 195 CV–.
La potencia se gestionaba mediante un cambio manual de cinco relaciones Getrag, asistido por un diferencial de deslizamiento limitado ZF.
Curiosamente, el motor era muy grande y entraba bastante justo en el vano del E30, no en balde, no fue diseñado para acoger un motor de más de 2,5 litros. Eso provocó que no se pudiera equipar la dirección asistida y el aire acondicionado al mismo tiempo, así que los compradores tenían que elegir una de las dos opciones, pero nunca las dos al mismo tiempo.
Estéticamente también resultaba atractivo, pues equipada de fábrica el kit M-Technic, con llantas paragolpes y diferentes detalles específicos –algunas unidades montaron llantas Alpina opcionales–. No obstante, la imagen es puramente subjetiva, todo lo contrario que otros apartados como el desarrollo y la puesta a punto, que no fueron un trabajo exclusivo de BMW Sudáfrica, también colaboraron Alpina y BMW Motorsport.
Por ejemplo, la refrigeración, que tuvo que ser revisada y rediseñada dadas las nuevas característica y necesidades, fue obra de Alpina, cuyos ingenieros desarrollaron un radiador con núcleo de cobre de alta resistencia y diferentes elementos con aleaciones ligeras.
El BMW M· E30 nunca se llegó a comercializar en Sudáfrica, lo que provocó que apareciera el 333i, al cual, podemos considerar como el M3 Sudafricano. Incluso Alpina “copió” la idea para su B6S presentado en 1986, pues también montó el mismo motor del BMW 333i. Pero este no fue el único motivo para que se creara el 333i. BMW Sudáfrica quería competir en el Grupo 1 de su región, donde coches como el Ford Sierra XR8 –otra creación Sudafricana– y el Alfa Romeo GTV 3.0 dominaban todas las pruebas.
Sí, el BMW 333i nació con el objeto de ser un “coche de homologación”, pero como el ocurrió al Ferrari GTO –salvando las distancias, obviamente–, el M3 sudafricano nunca llegó a competir. Cuando el coche salió a la venta, las carreras del Grupo 1 fueron canceladas y el proyecto se quedó compuesto y sin novio. Solo se fabricaron 204 unidades más seis prototipos, lo que hace del BMW 333i una de las piezas más raras del BMW E30.
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