Cadillac siempre ha sido un fabricante de vehículos de lujo, coches de alta gama, cómodos, elegantes… pero no deportivos. Cadillac nunca ha destacado por ofrecer coches de altas prestaciones. Sí, siempre cuentan con motores potentes, pero no para buscar altas velocidades o sensaciones emocionantes, en consonancia con la configuración general de resto del coche. Estaban pensados para mimar al pasaje, sin estridencias, con mucha suavidad.
Eso cambió en el año 2004, cuando la marca lanzó al mercado el Cadillac CTS-V, una versión potente, rápida y no tan cómoda, de uno de los modelos que habían puesto en circulación ese mismo año, el CTS. El Cadillac CTS no era un coche como los acostumbrados en la firma norteamericana, en realidad era un modelo pensado para venderse de forma global y estuvo disponible en Europa oficialmente, incluso con caja de cambios manual, el primer coche de Cadillac con cambio manual desde el Cimarron de 1988, aunque no tuvo mucho éxito en ventas, no en balde, aquí tenía que lidiar con la tríada alemana, con Audi, BMW y Mercedes, marcas tremendamente asentadas.
De todas formas, el Cadillac CTS fue un coche especial, porque no solo abrió las puertas de la firma yankee al resto del mundo, también hizo que la marca se adentrara en el segmento de los sedanes deportivos. La imagen que atesoran las “V-Series” de la marca actualmente, comenzaron su historia con el CTS-V del año 2004, un automóvil que, seguramente, acabará siendo un clásico y que ahora, es un coche muy a tener en cuenta si se encuentra una unidad en buenas condiciones.
A por BMW M y Mercedes AMG
Una de las cosas que más llamó la atención del Cadillac CTS fue su diseño, con una línea bastante sofisticada para lo acostumbrado en la marca, que, por lo general, siempre fue muy tradicional. Contrastaba mucho con un modelo que se vendía por entonces, el Cadillac Seville, que también se vendió en Europa de forma oficial por la marca y cuyo éxito fue todavía menor que el CTS. Es más, puedes encontrar unidades con pocos kilómetros desde 6.000 euros.
Con el Cadillac CTS se mejoraron infinidad de cosas, como el comportamiento en carretera al incorporar suspensiones algo más firmes (en Estados Unidos, con unas carreteras tan amplias y rectas, no es necesario una suspensión firme) y se ofrecieron motores algo menos gastones. Por aquellos años, los propulsores diésel estaba ganando mucha aceptación e iban camino de convertirse en líderes del mercado durante más de una década. El CTS no tuvo motores diésel y eso perjudicó mucho las ventas, sobre todo teniendo en cuenta que BMW estaba desarrollando algunos de los mejores motores diésel y que Audi, con sus TDI, era toda una institución en el mercado de los motores diésel.
Sin embargo, en lugar de desarrollar un motor diésel con el que ganar ventas en Europa, optaron por un camino menos “económico” y más salvaje, con el que prestar batalla a los BMW M y Mercedes AMG, así como los Audi RS. Se sacaron de la manga una versión muy prestacional, pues sabían que sería una versión muy popular en su tierra natal, en Estados Unidos y con ella ganarían imagen en Europa. Se presentó en el año 2004 como Cadillac CTS-V y era un coche que escondía algunas cosas interesantes.
Sin complicaciones: motor V8 del Corvette
En Estados Unidos pueden presumir de muchas cosas y una de ellas, es su pasión y sus conocimientos en lo referente a motores V8. Allí, este tipo de propulsores son legión y son muy apreciados por los aficionados y por los expertos en automóvil, no debemos olvidar que allí el desplazamiento, es decir, la cilindrada, es casi una religión. No es como en Europa, donde buscamos motores más pequeños, pero eficientes y potentes al mismo tiempo, llegando a crear propulsores como el 2.0 turbo de Mercedes, capaz de alcanzar los 421 CV.
Cadillac formaba, y todavía forma, parte de General Motors y, por tanto, su acceso a motores V8 de gran cilindrada es enorme. Además, General Motors también es propietaria de Chevrolet y en consecuencia, del Corvette, así que no había que ser muy listo para saber de donde saldría el motor: del Corvette. Concretamente, se escogió el V8 LS6 con 5.7 litros atmosférico, que montaba el Corvette C6 Z06. El resultado fue un sedán de origen yankee con 400 CV y 535 Nm de par, que llegaban a las ruedas traseras mediante un cambio manual Tremec T56 de seis relaciones, capaz de completar el 0 a 100 km/h en cuatro segundos.
Pero no solo era potencia, también había control. El chasis se modificó y se adaptó a las nuevas circunstancias, pasando largas jornadas en el circuito de Nürburgring. Los frenos los suministraba Brembo. No obstante, todavía faltaba algo para que fuera un coche idóneo para plantar cara al BMW M5 y en 2006, se comenzó a montar un diferencial trasero rediseñado y se cambió el LS6 por el LS2, que tenía más cilindrada pero los mismos 400 CV.
Se vendieron poco más de 10.000 unidades del Cadillac CTS-V de la primera generación, comercializada entre 2004 y 2007. Las siguientes generaciones mejoraron las prestaciones, así como la calidad de fabricación y algunos detalles más, pero la caja de cambios manual desapareció y por eso, la primera edición del modelo es la favorita de los más entusiastas. No son fáciles de encontrar en España, pero si por casualidad tienes la oportunidad de hacerte con uno, tendrás un sedán con corazón de Corvette, cambio manual y además, un coche muy especial para la historia de Cadillac, porque sin él, ahora no existiría la Serie-V.
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