44 años después de que al oscarizado cineasta Claude Lelouch se le ocurriera la idea de rodar un cortometraje con una cámara giroscópica sujeta al parachoques delantero de un coche y recorrer el centro de París, “C’etait un rendez vous” (“Era una cita”), el resultado de esta ocurrencia, continúa siendo un film de culto para los amantes del automovilismo.
Corría el año 1976. A Lelouch se le ocurrió la idea de filmar un cortometraje adaptando una cámara giroscópicamente estabilizada a un Ferrari 275 GTB e invitar a un piloto de Fórmula 1 para hacer un trayecto por el centro de París.
A pesar de no contar con permiso alguno y recorrer durante 8 minutos las calles abiertas al tráfico de la capital francesa a más de 240 km/h, la grabación se completó sin incidentes. Hasta que se mostró la película al público.
El cineasta fue detenido por su imprudencia y se prohibió la proyección del cortometraje. El piloto nunca pagó las consecuencias de su peligrosa hazaña ya que Lelouch nunca rebeló su nombre, aunque René Arnoux o Jean-Pierre Jarier fueron los nombres más sonados como posibles artífices de la temeraria conducción.
¿Pero es esto lo que realmente ves en el vídeo?
Desde luego no verás ningún piloto de Fórmula 1. Al parecer fue el propio Claude Lelouch el conductor, y no a bordo de un Ferrari 275 GTB, si no de un Mercedes-Benz 450 SEL 6.9.
Junto con Lelouch viajaban un operador de cámara y su acompañante, que desde el mismo coche y utilizando un control remoto, regulaban la apertura del diafragma de la cámara para adaptarlo a la luz de cada tramo.
El cineasta francés afirmó en un principio que la velocidad máxima alcanzada estaba entre 230 y 240 km/h pero durante un documental del making of confesó que la banda sonora fue doblada con el sonido de su propio Ferrari 275 GTB, lo que ayudó a sembrar la duda sobre la velocidad real alcanzada (cálculos realizados por grupos independientes mostraron que el coche nunca superó los 140 km/h).
La realidad es que todo transcurre sin que ni el coche ni el piloto se lleguen a ver en ningún momento, por lo que un halo de misterio sigue rodeando este cortometraje y su grabación, elevándolo a la categoría de leyenda urbana.
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