Decir que un Ferrari fue un fracaso comercial sonará un poco extraño, incluso fuera de lugar. Todo lo que hace Ferrari, TODO, se vende sin importar el precio y ahí está el Purosangue, que se ha convertido en un coche de absoluta locura capaz de asignar toda la producción de dos años en apenas días. ¿Cómo es posible que un Ferrari sea un fracaso comercial? Pues lo fue, pero hace muchos años, entre 1967 y 1968, y no es porque faltara belleza o caché, pues hablamos del Ferrari 275 N.A.R.T. Spider, uno de los Ferrari más caros de la historia al haber alcanzado, una de sus 10 unidades, nada menos que 27,5 millones de euros en una subasta realizada en 2013.
Aun así, el Ferrari 275 N.A.R.T. Spider puede presumir de haber encandilado al señor Steve McQueen, del que se sabe, era un gran aficionado al automóvil y piloto en sus ratos libres. McQueen se enamoró del descapotable italiano durante el rodaje de la película “El caso Thomas Crown”, donde aparece una unidad aparcada frente a un edificio. Tras aquel amor a primera vista, Steve McQueen acabó por comprarse un ejemplar para su colección personal.
La creación del Ferraru 275 N.A.R.T. Spider, fue una idea de Luigi Chinetti, importador oficial de la firma italiana para los Estados unidos, y personaje famoso por su equipo de competición, conocido como N.A.R.T., por North American Racing Team. Es evidente que la denominación del modelo fue, precisamente, por culpa de Chinetti y además, porque resulta que estamos ante un modelo creado exclusivamente para el mercado estadounidense. Chinetti convenció a Enzo de que podría cubrir el hueco existente entre el 330 GTS y el 275 GTB/4. El primero era un modelo de altas prestaciones y elevado lujo, pero estaba más orientado al segmento de los Gran Turismo, mientras que el segundo, era un auténtico deportivo. El nuevo modelo sería una combinación de ambos. No había fallas en su razonamiento y así lo entendió Enzo.
El objetivo inicial fueron 25 unidades, pero al final, como ya se ha comentado, solo se fabricaron 10 coches y por si fuera poco, tuvo auténticos problemas para colocar los ejemplares entre sus clientes. ¿Qué tenía este coche para ser tan complicado de vender? Pues muy seguramente el precio, que debería ser astronómico, porque lo demás, es un Ferrari de los 60 en su más pura esencia: carrocería de Pininfarina fabricada por Scaglietti, motor V12 atmosférico capaz de rendir 300 CV, una velocidad punta de 260 km/h…
Una de las unidades fabricadas del Ferrari 275 N.A.R.T Spider, el chasis #11057, nunca llagó a Estados Unidos, se quedó en Europa. Es más, se vendó nuevo en Madrid a través de Tayre, a un coronel del la Legión, en el mes de febrero de 1968. Se dice que la primera matrícula fue del Sahara Occidental, aunque no hay constancia de que haya estado en África. Algunos años después, Tayra volvió a vender el coche, otra vez en Madrid, y fue cuando recibió su matrícula M-3249-BP. Lo compró José Segimon, un piloto a quien le gustaba exprimir sus coches, entre los cuales, había ejemplares como un Ferrari 166 MM Barchetta y un Ferrari 750 Monza.
Segimon vendió el 275 N.A.R.T. Spider en 1982, y fue cuando el coche salió de España rumbo a Reino Unido. Allí fue pintado de color rojo y se volvió a vender en 1983 al coleccionista suizo Alber Obrist, quien lo envía a Italia para una restauración completa que lo devuelva a su estado original, para luego guardarlo durante 12 años y para acudir a eventos de todo tipo. Luego, según cuentan, se lo regaló a una de sus hijas.
Aunque hubo más cambios de propietario, el Ferrari 275 N.A.R.T Spider nunca salió de Europa. En 1995 pasa por diferentes propietarios hasta llegar a Bernard Carl, original de Washington, aunque no sacó el coche del Viejo Continente, en Reino Unido. En 2001 decide pintarlo de rojo oscuro metalizado y le monta unas llantas Borrani. Posteriormente, pasó a manos de Lord Irvine Laidlaw, a quien no le gustaba el interior en color negro y lohace tapizar en beige.
Originalmente, el Ferrari 275 N.A.R.T. SPider madrileño, salió de fábrica con una carrocería gris oscuro y un habitáculo negro, pero acabó convertido en una réplica de la unidad que aparece en la película “El caso Thomas Crown”.
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