Los Lamborghini no siempre han sido espectaculares deportivos con diseños super agresivos afilados, la firma del toro tuvo también algunos Gran Turismo que, curiosamente, no son tan recordados como lo pueden ser el Countach o el Diablo. Vale, hablamos de coches cuyo diseño deja con la boca abierta a más de uno y que además, se aderezan con prestaciones de infarto, pero resulta un tanto injusto olvidarse de otros modelos que hicieron mucho por la marca. De hecho, uno de esos Gran Turismo fue, durante un tiempo, el cuatro plazas más rápido del planeta.
Corría el año 1968 y el coche en cuestión, animado por el motor del mítico Miura (en realidad, un derivado del mismo), podía llevar a cuatro pasajeros a más de 250 km/h rodeados de lujo y de confort. Porque un GT es eso, un coche muy, muy rápido, con un cierto nivel de confort. Y esto es algo que hay que tener muy claro, cuando un coche es rápido, el confort es limitado si se quiere contar con una estabilidad mínima a elevada velocidad.
El Lamborghini Espada llegó a ser el cuatro plazas más rápido del planeta
El Lamborghini Espada apareció después del increíble Miura, para ser más exactos, llegó dos años después. Por entonces, el impacto generado por el Miura todavía no había decaído y cualquier otro coche podría parecer poca cosa. No obstante, los ingenieros de “Lambo” hicieron un buen trabajo y el Espada, como ya hizo el Miura, sorprendía a muchos. Tenía un diseño bastante llamativo, alargado y bajo, con un frontal de cuatro faros y una luneta trasera tremendamente inclinada, acabando en una zafa donde destacaban los cuatro terminales de escape. Cuatro tubos que hoy día sorprenden por su longitud y que contrastan con las modas actuales, donde no hay escapes reales y sí mucho atrezo.
Montaba el motor, un V12 que llegó a rendir 350 CV (325 CV en sus primeras unidades), en el vano delantero casi encima de las ruedas delanteras y muy abajo, permitiendo un reparto de pesos de casi el 50% sobre cada eje. Tenía una altura realmente contenida de sólo 1,18 metros, aunque tenía una anchura de 1,86 y una longitud de 4,73 metros. Su planta sobre la carretera no deja indiferente a nadie y llama poderosamente la atención por su limitada altura y su notable anchura.
Lo que más llamaba la atención de este coche y que todavía sigue haciéndolo, es la disposición del habitáculo. Las cuatro plazas que tiene el coche están lo más abajo posible que los ingenieros pudieron lograr, casi sentados sobre la plataforma que da sustento al chasis. El túnel de transmisión separa los asientos de la derecha e izquierda, por el cual, pasa el árbol de transmisión desde la caja de cambios hasta el diferencial trasero, pero permite que sean unos asientos más próximos a un sofá que a un asiento de coche. Hay quien dice que este coche fue parte de inspiración de Porsche para el habitáculo del Panamera.
Por desgracia, aunque se trata de un automóvil formidable por comportamiento y prestaciones, al tener una estética muy peculiar, los coleccionistas no le han dado el trato que se merece hasta el día de hoy, con cotizaciones que superan los 120.000 euros con holgura.
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