Si hay alguien que sabe de hacer roadster pasionales y divertidos, eso son los británicos, es más, fueron ellos quienes inventaron el concepto de roadster, que básicamente se trata de un automóvil de dos plazas descapotable, de concepción sencilla, mecánicas de potencia media e incluso contenida, y sobre todo, muy ligeros. Esta idea ganó complejidad con el paso de los años y con la llegada de la electrónica, y con la llegada de modelos como el BMW Z3 o el Mercedes SLK, que radicalizaron el segmento con sus versiones más potentes. Hablamos de épocas modernas, obviamente. Época, en la cual, los inventores del concepto roadster, los británicos, son precisamente los mayores ausentes.
Durante algunos años, había roadster japoneses –Mazda MX-5 y Toyota MR2, por ejemplo–, italianos –FIAT Barchetta y Alfa Romeo Spider–, alemanes –BMW Z3 y Mercedes SLK, incluso el Audi TT Roadster–, pero desde Reino Unido solo estaba presente el MG F, única y exclusivamente el MG F. Hay quien metería en el saco el Lotus Elise, pero es un coche muy especializado y mucho más radical y deportivo que cualquiera de los mencionados, muy lejos de los aquí mencionados.
La única presencia británica del MG F era, básicamente, un fiel reflejo de lo ocurría, y lo que todavía ocurre actualmente, con los fabricantes originarios de Reino Unido, los cuales, parecen haber entrado en un bucle que solo tiene un final: acabar en manos de una compañía mayor y extranjera, como es el caso de Jaguar Land Rover –que fueron a parar a manos de TATA–, como pasó con Rover y, precisamente, MG –bajo control chino, de SAIC– o como pasó con MINI, quizá el sello británico –que no era tal, sino un modelo– que mejor recorrido ha tenido, y todo, por caer en manos de BMW.
Pero volviendo al MG F, el cual se puso en circulación en 1995, se desarrolló con el Mazda MX-5 en mente, un modelo que apareció en 1989 y que se convirtió en un éxito inmediato, pues no había nada similar por un precio como el que pedía Mazda por su coqueto roadster. De hecho, Toyota convirtió a su MR2 en un roadster puro y duro, precisamente, por el éxito del Miata –éxito que también propició el desarrollo del BMW Z3–. Sin embargo, el británico se apuntó al juego con una fórmula muy particular y alejada, en parte, del típico guion de los roadster británicos, ya que pisó las calles con un motor en posición trasera central, como el MR2, un cuatro cilindros de 1,8 litros de la Serie K de Rover, combinado con un cambio manual de cinco relaciones.
Estéticamente hablando, el MG F recordaba en algunos rasgos al Miata, básicamente porque tenían un tamaño similar y un frontal redondeado, rematado, en el caso del británico, con una trasera más rotunda y deportiva, con dos salidas de escape –una a cada lado– y grandes piloto que le otorgaban personalidad y fuerza. Contaba con gadgets como la suspensión Hydragas, una solución que hizo que el comportamiento del MG F fuera de los mejores por efectividad y comodidad, pero que se dejó de usar porque las esferas dejaron de fabricarse y se tuvo que recurrir a una suspensión convencional, aunque más fiable y económica.
Con solo 118 CV, el MG F representaba a la perfección la idea de roadster inglés, pensado para el disfrute de la conducción pura, pero sin necesidad de aspiraciones velocísticas, mucho más centrada en extraer la quintaesencia a lo que se tenía disponible, una actividad de lo más gratificante, todo sea dicho. A esa mecánica se la unió otra con 143 CV, que si bien, seguía sin ser algo excepcional, otorgaba una mayor prestancia al bonito biplaza inglés.
Para 1999, el MG F recibió una puesta al día, no muy profunda, pues para entonces, Rover/MG estaba en pleno proceso de cambio, no debemos olvidar que BMW compró Rover –junto a Land Rover y los derechos de MINI–en 1994. El lanzamiento del MG F se llevó a cabo porque el desarrollo estaba terminado, pero a mitad de vida comercial BMW ya dejó notar su influencia con la introducción, entre otras cosas, del cambio automático Stepspeed, al tiempo que se añadía un nuevo motor de 110 CV, más una edición limitada llamada Trophy 160 con 160 CV.
El MG F dejó el mercado en el 2002, cuando apareció el MG TF, que era una evolución relativamente profunda del F que no pasó de 2005, cuando se detuvo la producción por sus bajas ventas. Por entonces, ya corría el rumor –totalmente cierto, que conste– de problemas con los motores de 160 CV, problemas que se centraban en la culata y en su junta.