De Tomaso, el fabricante italiano de origen argentino, es famoso por sus deportivos de los años 60 y 70, los De Tomaso Mangusta y De Tomaso Pantera. Pero que sean sus coches más famosos, no quiere decir que sean los únicos, porque la firma tuvo más coches en catálogo, aunque muchos de ellos hayan pasado al olvido un poco injustamente.
Los Mangusta y Pantera fueron los coches que pusieron a De Tomaso en la esfera automovilística, siendo actualmente los coches más recordados y también, los más deseados. No en balde, además de ser coches llamativos en cuanto a diseño, también son muy potentes y deportivos, los ingredientes que hacen triunfar a casi cualquier automóvil. Y, por si fuera poco, De Tomaso venía de haber trabajado en OSCA, la compañía que habían fundado los hermanos Maserati tras el final del acuerdo con el empresario Adolfo Orsi.
Pero el caso es que había más modelos de De Tomaso, algunos tan poco vistos como el De Tomaso Longchamp. Un coupé con carrocería de dos volúmenes (un sedán con dos puertas, para hacernos una idea) que comenzó a venderse en su primera serie en 1973, saliendo en 1980 una segunda serie. Solo se fabricaron 409 unidades hasta 1989, de las cuales, solo 17 equipan un cambio manual, teniendo el resto una caja de cambios de tres relaciones.
Diseñado sobre el chasis del Maserati Quattroporte
Cuando De Tomaso comenzó a fabricar coches, lo hizo con un deportivo, el Mangusta. Se dice que este nombre era un desafío a su amigo Shelby, que había fabricado el Cobra (la mangosta es el único animal que come cobras…). Pero poco después de fabricar el Mangusta no vino el Pantera, sino el De Tomaso Deauville, un sedán que fue presentado en 1970 basado en el chasis del Maserati Quattroporte y con un diseño similar al Jaguar XJ6 de aquellos años.
Este sedán estuvo a la venta durante nada menos que 15 años, durante los cuales, se fueron realizando pequeños cambios para mantenerlo al día. Sin embargo, no fue un coche de mucho volumen, pues durante todo ese tiempo se vendieron solo 244 unidades. Muy, muy pocas, lo que hace de este coche algo muy raro de ver, aunque no tan apreciado por los coleccionistas como los deportivos.
Bajo el capó del De Tomaso Longchamp había un V8 de origen norteamericano, un Ford Cleveland 351, 5.751 centímetros cúbicos, que rendía 300 CV
Durante el diseño y desarrollo del Deauville, también se estuvo dando forma a otro coche que, como el sedán, tomaba su base de partida del chasis del Quattroporte. Sin embargo, no era un sedán, sino un coupé al estilo más clásico, el De Tomaso Longchamp. De Tomaso le encargó el trabajo de diseñar este coupé a Tom Tjaarda, quien también había diseñado el Deauville y otros modelos para la marca como el De Tomaso Mustela.
Tom Tjaarda no es ningún desconocido, pero si no te suena su nombre, te vamos a dejar unos cuantos coches que diseñó para que te hagas una idea de quién estamos hablando: Volkswagen Karmann Ghia 1500; Lancia Flaminia 2.8 Pininfarina Coupé, Lancia Fulvia 1600 HF Competizione, Ferrari 365 GT California, SEAT Ronda, el restyling del FIAT Barchetta… su curriculum ha sido notable.
La base, como decíamos, era la del Maserati Quattroporte, con suspensiones independientes, frenos de disco en todas las ruedas, dirección asistida de piñón y cremallera… sobre el cual, realizó un diseño clásico tres volúmenes de líneas rectas, muy en moda en aquellos años, sin complicaciones, sencillo y equilibrado, Para ser justos, hay que decir que su diseño no era nada sorprendente, aunque sí resultaba atractivo y deportivo. Cuando fue presentado, un periodista lo definió como un Mercedes 450 SLC con esteroides.
Bajo el capó del De Tomaso Longchamp había un V8 de origen norteamericano, un Ford Cleveland 351, 5.751 centímetros cúbicos, que rendía 300 CV y estaba combinado con el cambio automático Ford C-6 de tres relaciones, aunque en opción se podía escoger un cambio manual ZF de cinco marchas.
Maserati Kyalami, el hermano gemelo aparecido en 1976
Por aquellos años, De Tomaso parecía crecer casi sin control. Se había hecho con el control de Benelli y Moto Guzzi, luego compró Innocenti y más adelante, acabó por adquirir Maserati. La firma del tridente no estaba en su mejor momento, con solo tres coches en catálogo: el Maserati Bora, el Maserati Merak (coches muy parecidos, apenas diferenciados por algunos detalles y el motor) y el Maserati Khamsin.
De Tomaso quería ampliar la gama, renovar la imagen de Maserati con un coche que ayudara a la firma italiana a mantenerse a flote. Y lo mejor que se le ocurrió fue aprovechar lo que ya tenía, así que cogió el De Tomaso Longchamp y envío una unidad a Frua, para que le diera una nueva imagen, más acorde con Maserati. Allí, se cambiaron cosas como el frontal y la trasera junto a pequeños detalles, aunque se mantuvo casi toda la carrocería sin modificar.
Bajo la chapa también se hicieron cambios. El primero, fue desechar el V8 Cleveland y poner en su lugar el V8 de aluminio con 4.2 litros y carburadores Weber de la propia Maserati. Con el tiempo, se cambió este motor por otro V8, uno fabricado por Maser con 4.9 litros. Independientemente del motor, el cambio era en su mayoría manual con cinco relaciones, siendo muy pocos los que equiparon cambio automático.
El Maserati Kyalami, que fue como se llamó, se presentó en el Salón de Ginebra de 1976. Anunciaba una potencia de 265 CV hasta 1978, cuando pasó a montar el nuevo motor con 290 CV. Solo se fabricaron 210 Maserati Kyalami hasta 1983, siendo el primer Maserati de De Tomaso y el que, según se dice, inició una etapa oscura para la marca hasta la salida del argentino en 1992.
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