Todavía hoy, cuando se menciona el nombre de Pininfarina, se tiene esa sensación especial, se expande algo inexplicable entre los interlocutores que solo los mayores fanáticos del automóvil sabrían identificar, y sí, también apreciar. Por poner un ejemplo, y salvando, obviamente, las distancias, mencionar a Pininfarina es, para un aficionado al automóvil, como mencionar a Diego Velázquez o a Miguel Ángel para un amante del arte y la pintura. Hay algo en sus creaciones que no pueden igualar los demás.
Sin embargo, Pininfarina, que trabajaba especialmente con Ferrari, dejó de diseñar para la firma italiana. Tampoco se ha involucrado en demasiados proyectos desde que acabó en manos de Mahindra –uno de los mayores fabricantes indios– y da la impresión de que la magia de Pininfarina se ha desvanecido, que hemos perdido a uno de los mejores estudios de diseño del mundo, pero en realidad es eso, una sensación, una impresión, porque Pininfarina ofrece todavía hoy servicios de diseño e ingeniería, pero además, también tienen su propia división de fabricación de coches: Pininfarina Automobili.
Es ahí, precisamente ahí, donde se concentra la magia actual de Pininfarina, en su división de producción de automóviles, donde dan rienda suelta a todo su saber hacer, a sus ideas y a sus más oscuras pasiones sin que nadie les limite en sus decisiones. Y es ahí donde pueden crear coches como el Pininfarina Barchetta 95, un espectacular modelo con motores eléctricos, con el que se demuestra que los coches eléctricos pueden dejar sin aliento a cualquiera. Su nombre oficial es Pininfarina B95, aunque en su contorneada carrocería se puede apreciar como se indica, claramente, “Barchetta”, incluso en las alfombrillas aparece la denominación.
Pininfarina comenzó a fabricar automóviles, coches de altísimos vuelos y prestaciones absurdas, cuando la electricidad comenzó a desembarcar en la industria del automóvil. Se aliaron con Rimac, quien les suministra toda la tecnología que usan en sus coches y así, pueden contar con los últimos desarrollos y por tanto, estar siempre a la vanguardia. Su primer coche fue el Pininfarina Battista, en honor al fundador de la compañía, Battista Farina –apodado Pinin, de ahí la denominación de la empresa–, el cual, se articula sobre la tecnología del Rimac Nevera –batería y motores–, y fabricado alrededor de un chasis de fibra de carbono. Sin embargo, aunque resulta un coche sumamente sensual y nadie diría que se trata de un coche eléctrico, El B95 es algo realmente aparte, y no lo decimos por los 4,4 millones de euros que cuestan cada una de las 10 unidades que se fabricarán.
Durante los últimos años, algunas marcas se han dejado llevar por la esencia de la barchettas; Ferrari presentó los Monza SP1 y SP2 –el primero monoplaza, el segundo biplaza–, Lamborghini puso en circulación el SC20, McLaren el Elva y Aston Martin el V12 Speedster… y Pininfarina diseñó, quizá, la más bella interpretación del concepto barchetta: el B95. ¿O quizá no es tan bello y solo nos dejamos llevar por su fabricante? Es posible, no vamos a negarlo, pero también es algo lógico, pues se desarrolló para celebrar el 95 aniversario de Pininfarina y si, como cabe esperar, está emparentado con el Battista, aunque es evidente, porque salta a la vista, que gana en exotismo y en pasión, pues, ¿qué objetivo puede tener una barchetta?
El Pininfarina B95 es un coche de belleza, por decirlo de alguna forma, moderna. Incorpora rasgos de tiempos pasados, y huye de líneas de tensión que se cruzan aquí y allá, todo es más puro, más sensual, pero también es moderno, es actual, está en consonancia con los tiempos y las tendencias. Es un auténtico Pininfarina, que juega magistralmente con los colores, con las texturas –¿habéis visto la decoración interior?– y con las formas, mientras que todo tiene una función muy definida. En este caso, la función y la forma van de la mano, unidas en una relación simbiótica que no todos saben apreciar y mucho menos alcanzar.
Y sí, el Pininfarina B95 es eléctrico, tan eléctrico como el Battista y el Rimac Nevera, coches con los que comparte todo, o casi. Es decir, con un chasis de fibra de carbono que soporte a todo, un motor eléctrico incorporado en cada rueda permite anunciar 1.900 CV y más de 2.000 Nm de par. La batería, de 120 km/h, puede almacenar energía para recorrer unos 400 kilómetros, que se reducen drásticamente si exprimes todo el potencial disponible, con el que se puede acelerar de 0 a 100 km/h en menos de dos segundos y superar los 300 km/h.
El Pininfarina Barchetta 95 es, claramente, un coche de colección que pisará muy poco las “vulgares” carreteras públicas. Estará condenado a visitar las pistas más prestigiosas del mundo, durante la celebración de toda clase de eventos durante los cuales, apenas recorrerá algún kilómetro. El Pininfarina B95 es un sueño al que muy pocos tendrán acceso.
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